Llegó la hora de la despedida. Tras dos meses, los niños saharauis que han pasado las vacaciones en Extremadura comenzaron ayer a regresar a los campamentos de refugiados de Tindouf. La tarde fue larga. A la tristeza del adiós se sumaron las tres horas de retraso con las que partió el vuelo a Argelia.

En el avión viajaban los primeros 133 niños. Hoy está previsto que viaje el resto, otros 220 en dos vuelos. Seis pequeños se quedarán en la región para recibir tratamiento médico, según Antonio Ríos, de la Asociación de Amigos del Pueblo Saharaui.

Fade pasa los veranos desde hace cinco veranos a Medellín, con Teresa Monje y su familia. Ya ha cumplido 13 años y no será fácil que regrese el año que viene --el programa es para niños de 8 a 12 años--, pero Teresa no pierde la esperanza. "Lo intentaré", dice. Ella ya ha viajado varias veces a los campamentos y quiere mantener el contacto con su niña .

Y es que las familias son las que más sufren en las despedidas: lágrimas, besos, abrazos, fotos de última hora y la mirada puesta en el próximo verano. La mayoría de los niños tenían ganas de volver a su casa y reencontrarse con los suyos. Es el caso de Salek, de 11 años, que vuela hoy a Tinduf después de dos meses en Ribera del Fresno. Se lo había pasado muy bien, en la piscina, en el parque..., pero ya echaba de menos a su familia.

Lorena lloraba amargamente por Susu. "Es un drama cuando se va, pero se tienen que ir", decía Chelo Lara, mientras miraba las lágrimas que caían por el rostro de su sobrina al despedir a la niña que por tercer año pasa el verano en Villafranco.

Cuando las asociaciones locales no tienen suficientes fondos para pagar el pasaje (550 euros ida y vuelta) son las propias familias afrontan este gasto. Además, cargan los equipajes de los niños de todo tipo de obsequios. Ayer algunos padres se quejaban porque había problemas para embarcar algunos productos, como alimentos para los niños celiacos. Finalmente se resolvió, y las 22 cajas preparadas subieron al avión.