Hay muchas guías para viajar, para recorrer un territorio, y a ellas se suma la que propone el doctor en Historia del Arte y director del Museo de Bellas Artes de Badajoz, Román Hernández Nieves, con su obra Los retablos de Extremadura , una guía para hacer turismo por la región de norte a sur y de este a oeste, conociendo esos otros los retablos de las maravillas que hay en prácticamente todas las iglesias, sean catedrales o ermitas, como destacó ayer el director de Promoción Cultural, Francisco Javier Alonso de la Torre, en la presentación de la obra.

La publicación se presenta en el número 62 de Cuadernos Populares, colección que como la propia Editora Regional que lo ha publicado, cumple 25 años, y estrena formato en una nueva etapa, como recordó su director, Luis Sáez.

Los retablos es un extracto de la tesis doctoral de Hernández Nieves, convertida en lectura obligada en la Facultad de Bellas Artes de Sevilla. El autor analiza los caracteres e influencias, así como los aspectos sociales, históricos, artísticos o económicos de los artistas autores de esos "muebles litúrgicos", también llamados "máquinas" que se encuentran en todas las iglesias de Extremadura, aunque "muchos de ellos, lamentablemente, han desaparecido, se han perdido para siempre"; algunos durante la Guerra Civil española.

Román Hernández recoge todos los retablos existentes en el periodo que va desde el Renacimiento al Barroco en la región, entre los siglos XVI y XVIII. La obra analiza las características de cada mueble que decoraba los presbiterios, los espacios dedicados a la liturgia, en el contexto de la retablística española, pues se trata de un arte nacido en la península, que se extendió por el mundo, y aunque no tiene señas propias, si muestra influencias de las escuelas castellanas en el norte, de la sevillana en el sur y de Portugal en la Raya. "Esos caracteres se refieren a la iconografía, la morfología, la estructura y la evolución durante el periodo citado", explicó el autor.

Además, cuenta algunos pormenores sobre las relaciones comerciales, el coste de los trabajos, los distintos artistas y artesanos que intervenían, sus conflictos, los precios y formas de pago, o los materiales utilizados. "A veces costaba más dorar el retablo que su construcción", señaló Román Hernández, quien destacó la existencia de "centros artísticos, en cuanto a poblaciones de consumo o producción artística de forma permanente", que había en la región, así como de artistas extremeños.

Para su gusto, el retablo de Morales en Arroyo de la Luz, "destaca a nivel nacional", dijo, así como valoró de forma especial los de Olivenza, "que son portugueses", además de los de Calzadilla de los Barros, Jerez o Llerena.