La plaza Alta y su entorno llevan 30 años de decadencia y no acaban de mostrarse en todo su esplendor, a pesar de las mil posibilidades que ofrece el lugar --quizás el más mágico de la ciudad junto con sus murallas y el río--, y de los proyectos en marcha, que no se terminan de rematar. Reconociendo que se ha hecho parte de la labor recuperadora, más en lo urbano que en lo social, pues el Plan Urban se mostró insuficiente y sin continuidad --para la ciudad, pues para algunos, incluso sus responsables, se reveló de gran interés--, lo cierto es que están por concluir los trabajos de la torre de Espantaperros, la Galera, puerta de Mérida, El Campillo, las casas Coloradas y en la plaza de San José, las casas mudéjares, el convento de Las Adoratrices, los soportales existentes y las fachadas de viviendas. La Junta de Extremadura, que tiene a punto de terminar las citadas casas Coloradas, no quiere hablar de ello, a pesar de los 20 años de retraso que lleva con esa esquina. Las obras de las casas mudéjares están pendientes de que el ayuntamiento inicie las obras desde hace meses. Y está pendiente, también, la respuesta del Gobierno sobre la recuperación integral de la mayor alcazaba árabe de España, con cargo al 1% cultural. Aquí todo lleva retraso, hasta para frenar la decadencia. Paciencia.