Los trabajadores de la empresa que lleva a cabo la restauración de la fachada del Real Monasterio de Santa Ana fueron los primeros en percatarse ayer por la mañana de que la estatua situada en una hornacina sobre la puerta principal del convento había desaparecido. Valiéndose de los andamios instalados para la obra, una o varias personas han aprovechado los días festivos del puente del Pilar para llevarse, a golpe de martillo y cincel, la escultura de Santa Ana y la Virgen niña, de piedra y de apenas 50 centímetros de altura.

La imagen es una réplica de la original de 1771, que fue destruida durante la guerra civil. La anterior abadesa del monasterio, sor Celina, encargó hace unos 40 años una copia para colocarla de nuevo bajo el escudo de armas de Carlos III, conjunto escultórico triangular del que formaba parte y que hacía visible la concesión del título de real al monasterio por haber estado enterrada en el mismo, hasta su traslado al Escorial, la reina Ana de Austria y el feto que gestaba cuando murió.

Afortunadamente, el escudo de armas no sufrió ningún desperfecto a causa del robo.

DENUNCIA Las hermanas clarisas denunciaron ayer los hechos ante la Policía Nacional y agentes de las brigadas judicial y científica se personaron en el convento para recabar pruebas. La estatua estaba cubierta por un plástico y la tapaba un cartel de la empresa que acomete los trabajos. El viernes al mediodía, cuando los obreros concluyeron su jornada laboral, la escultura estaba en su hornacina. A pesar de que el autor o autores del robo tuvieron que subirse al andamiaje, retirar los plásticos y hacer ruido para conseguir arrancar la estatua, ayer no se había encontrado a ningún testigo que pudiera aportar algún dato.

"Ha sido algo planeado, porque han ido con un martillo y un cincel aprovechando el puente. Supongo que la querrían para venderla en el mercado negro pensando que tenía más valor", apuntó el arquitecto responsable de las obras de restauración, Francisco Hipólito, quien señaló que los propios trabajadores intentaron quitarla para limpiarla y lo descartaron ante la posibilidad de que sufriera algún desperfecto.

Hipólito indicó ayer que adoptarán nuevas medidas de seguridad mientras continúen los trabajos de restauración de la fachada, con los que se pretende devolver al edificio del siglo XVI el aspecto exterior original.

Las obras, que cuentan con la supervisión del arqueólogo del Area de Rehabilitación Integral (ARI), organismo a través del que la Inmobiliaria Municipal subvenciona esta actuación, comenzaron hace aproximadamente un año y persiguen recuperar los colores primitivos del monasterio aplicando un mortero transpirable de sales hidráulicas coloreado con pigmentos naturales. Previamente, se picó la pared para sanearla de humedades, lo que permitió encontrar algunos elementos originales que estaban ocultos.

En estos momentos, se está realizando una falsa cantería, mientras que un equipo de trabajo en altura está interviniendo en el campanario o cupulín. La previsión, según Francisco Hipólito, es que las labores de restauración están concluidas en un par de meses.