TRtobar es apropiarse de lo ajeno contra la voluntad de su dueño. Suele estar mal visto, pero a veces pasa desapercibido. Entre los ladrones hay muchas categorías, porque no todos los ladrones son iguales. Hace un siglo o quizás menos, había ladrones que robaban para comer porque los señoritos de turno --esos que llevaban bigote pequeño, cicateros y ruines en el cortijo-- les negaban todo. Eran pobres, robaban para sobrevivir y la historia les ha disculpado. Los hubo de guante blanco y carteristas del rastro, tipos delicados y simpáticos, también necesitados de dinero. El progreso y el estado del bienestar han dado al traste con los buenos ladrones. Ahora los que roban no son necesitados, sino individuos malos, canallas sin sonrisa que usan la violencia y roban porque sí, aunque sea matando como el solitario o con técnicas sofisticadas como las mafias. Entre las víctimas robadas también hay categorías. Robar a un banco de los grandes tiene bastante más prestigio que amordazar a una vieja por cuatro duros. Además, los robos tienen distintos niveles de dificultad: los hay facilísimos, como es si la mafia entera agarrota a un indefenso para robarle algo muy valioso, y otros más complicados, si tiene lugar, por ejemplo, durante un cuerpo a cuerpo en igualdad de condiciones. Por último, también existen diferencias entre los objetos robados y los motivos del robo. Se roba mucho por dinero y entonces se cogen cosas vendibles en los mercados o billetes. En otros casos, lo robado tiene valor sentimental, por ejemplo, robar el corazón intentando conseguir amor. Para terminar, existe el robo intelectual que es menos comprensible, cuyos motivos solo alcanzo a relacionar con la cicatería y ruindad espiritual de quien lo comete. Dice la ley que "la propiedad intelectual de una obra literaria, artística o científica corresponde al autor por el solo hecho de su creación". Pues bien, soy coautora del libro Badajoz tierra de agua . La Diputación de Badajoz me ha robado esa autoría. lrsabatertelefonica.net