Los restos de la iglesia del siglo XV que hay en la alcazaba, que en su día se utilizó como polvorín en la Guerra de la Independencia, y cementerio en el siglo XIX, tiene como función, hoy, ser un fumadero de heroína. El edificio está abierto y su interior repleto de papel de plata y otros restos usados para este fin, con el lógico riesgo para los visitantes.