Badajoz está metida en una operación de salvamento sin precedentes. Expuestos permanentemente a la inoculación de la estupidez, la trivialización de los principios y la relativización de los acontecimientos, sobre lo que nos sermonean a diario los gurús de la estulticia repartidos por la esfera pública, somos como androides soñando con ovejas eléctricas. Permítaseme la referencia literaria para retratar a esa sociedad distópica tan de nuestros días: todo se construye para destruirlo. Ya el profeta Philip K. Dick usó el término «kippelización» para hablar de los objetos inútiles, de la cosificación de las emociones, del final de todo. Quieran los dioses, o sea, los del escaño y los fieles, o sea, los de las urnas, incluso, quieran los replicantes, o sea, los revolucionarios de salón, que leen mucho y carecen de toda empatía, que no sea todo una distracción, un cazar moscas a cañonazos, un largo invierno en el hotel Overlock donde acabemos todos locos o devorándonos unos a otros.

Porque una operación de salvamento puede tener mucho de épica pero, también, de apocalipsis. Estamos salvando el Guadiana, el Parque Ascensión, El Campillo, la Alcazaba, el Casco Antiguo, las fiestas, la feria, los toros -en ambos sentidos-, las mascotas, los poblados, los barrios, los eucaliptos de la plaza de Santa Marta, Tres Arroyos, el comercio tradicional, la Semana Santa, el Museo del Carnaval, la Maratón, el Archivo, el Hospital Provincial, el antiguo edificio de Caja Badajoz en San Francisco, La Giralda, el Parque de la Legión, la Plataforma Logística, la Ronda Sur, el desdoblamiento de la carretera a Cáceres, el AVE, la eurociudad, los fondos comunitarios, los pavos reales de Castelar, Contempopránea, en fin, son demasiados frentes que no sé yo si serán resolubles en este ambiente de descomposición social, falta de visión y jauría humana en el que nos hemos metido, más por genética que por devoción, pero me vienen a la mente las palabras de Tom Hanks en la famosa película de Spielberg cuando dice aquello de que «espero que ese Ryan valga la pena, y que cuando regrese a casa cure alguna enfermedad o invente una bombilla de larga duración», es decir, espero que tanta guerra, tanta división y tanto dolor sirva para algo más que para agrandar la herida y crear nuevos problemas.