El desorden del mercadillo del domingo no es más que un ejemplo del desorden que existe en Badajoz de manera generalizada, sólo que concentrado en un punto y en un determinado día de la semana. La basura que allí se deja no es distinta a la que amontonan los jóvenes del botellón junto al río o al Nuevo Vivero, o a las cacas que depositan sobre las aceras los perros de los vecinos del centro, cuya limpieza se sufraga con el dinero de todos los pacenses. Los coches aparcados sobre las aceras de Suerte de Saavedra hacen el mismo mal que los que estacionan en doble fila en Juan Carlos I o en Ricardo Carapeto, y los ilegales del mercadillo son los mismos ilegales que aparcan coches en cualquier punto de la ciudad.

Todas estas irregularidades se observan día tras día en la calle con total impunidad. Sancionar para corregir ciertas conductas nunca ha sido popular, pero es necesario. Nunca es tarde si la dicha es buena, y ojalá el nuevo gobierno municipal consiga su objetivo de hacer cumplir las ordenanzas a los pacenses, una vez modernice muchas de ellas, las publicite a través de campañas de concienciación y dote a los distintos servicios de los medios necesarios.