TNto he podido, ni puedo ver las imágenes de los cachorros mutilados. El temor a mi propio sufrimiento y al de esos indefensos animales me impidió darle al clic del ratón y abrir el jpg que ADANA, la Asociación Para la Defensa de los Animales, me envió para denunciar los hechos.

Me pasa siempre ante el dolor ajeno. Lo siento como mío y me falta la valentía para hacerle frente.

Pero no hace falta ver esas imágenes para ser conscientes de la salvajada que se ha cometido con esos dos cachorros de apenas un mes de vida. Les habían cortado las orejas, el hocico y el rabo; y los abandonaron dentro de una caja junto a sus propias extremidades. Unos vecinos de la calle Antonio Ayuso fueron los primeros en toparse con tamaña atrocidad y alertar a la policía. Ambos cachorros estaban con vida cuando les encontraron.

Y la pregunta que todos nos hacemos es la misma: ¿qué persona, en su sano juicio, ha podido perpetrar tal atrocidad? Cuesta trabajo imaginar que alguien pueda hacer una cosa así sin sentir lástima por esos pequeños animales. No es la primera vez que asistimos a un acto de crueldad hacia los animales en Badajoz y desgraciadamente los voluntarios de ADANA lo saben bien. Desde el abandono de los animales, sobre todo perros, que es la forma más extendida de maltrato; hasta el sacrificio o, como en este caso, la mutilación de un animal vivo; que, sin duda, es la forma más macabra de infligir dolor y sufrimiento a un animal. El maltrato a los animales está tipificado en el Código Penal con castigos de entre tres meses a un año de cárcel. Y aunque nos pueda parecer una sanción demasiado benévola para el caso de estos cachorros, lo cierto es que más de uno se lo pensaría dos veces antes de cometer tal atrocidad si otros ya hubieran pasado una temporadita en la cárcel por este delito. Es fundamental, por tanto, encontrar al autor o autores de este cruel delito, pero es más importante aún darles el castigo que se merecen.