TCtuando Alfonso IX conquistó Badajoz, en 1230, debía estar bastante apretado económicamente y puso grandes esperanzas en la empresa. Pretendía no sólo extender sus dominios, sino, también, hacer un buen negocio, porque León se encontraba comprimido entre Portugal y la expansiva Castilla. Necesitaba, imperiosamente, extenderse, para no quedar convertido en un enclave, como le había pasado a Navarra. Pero aquel viejo reino seguía teniendo pretensiones imperiales y había hecho de la necesidad virtud. Había pactado con el imperio almohade, y, en su fuero interno, esperaba aprovecharse de la situación política de éste. Era su aliado, para evitar que Castilla y Portugal se apoderaran de la parte del territorio meridional que León consideraba suya: la llamada Extremadura leonesa. La actual.

Por eso el rey leonés acudió en ayuda de los almohades cuando el portugués Alfonso I asedió a Badajoz, ayudado por el aventurero Geraldo Sempavor . El califa almohade se lo agradeció, pero es interesante constatar que las crónicas árabes consideran a Alfonso súbdito, mientras que los leoneses hablan del monarca de Marraqués como de un aliado equiparable.

Lo cierto es que Alfonso no acudió a la batalla de las Navas de Tolosa en ayuda de su primo Alfonso VIII de Castilla, a pesar del tremendo peligro que corría la cristiandad hispánica, de haber perdido aquel encuentro. Le convenía que Castilla fuera derrotada, aunque se aprovechó de la victoria de los castellanos. El imperio almohade entró en crisis y le llegó el momento a su antiguo aliado de sacar provecho de la ambigua situación anterior. Rompió los pactos y se dispuso a conquistar los territorios islámicos al sur de su frontera. Primero fue Cáceres, pero la tajada más grande era Badajoz, la plaza fuerte más importante del noroeste del imperio norteafricano, que se extendía del Sahara al Tajo y del atlántico portugués a la actual Argelia. Era un envite arriesgado y la capacidad económica del rey de León muy limitada. Por eso hubo de recurrir a las órdenes militares y, quién lo iba a decir, eso explica la organización fiscal que se dio a la alcazaba de nuestra ciudad y, seguramente, al propio casco urbano. Lo cuento en la siguiente.