Ha pasado la mitad de la legislatura municipal y se tiene la sensación de que los que podían haber sido unos años de avance sin precedentes parezcan perdidos. Las energías se han dedicado al puro enfrentamiento personal, a intentar conspirar para asaltar el poder y a defenderse de los ataques, a sembrar odio y desconfianza cuando no a calumniar y difamar. Al final se ha generado un ambiente de parálisis que parecía no tener límites. Esperábamos que en este tiempo hubiesen avanzado proyectos como El Campillo, la rehabilitación de La Alcazaba, el Casco Antiguo y el Hospital Provincial, que se hubiese abierto el parking de Conquistadores o que estuviese ya avanzada la Plataforma Logística y las conexiones ferroviarias. La energía ha estado centrada en mociones de censuras imposibles, en el insulto y la descalificación, en la búsqueda de corrupción que justificase el asalto o en meter en agenda viejos intereses personales.

Pero de pronto el escenario ha cambiado. La media parte que queda de juego debe obligar a ponerse las pilas y sacar adelante todos los temas pendientes. En los próximos meses se abrirá el parking de Conquistadores, se finalizarán las obras del Guadiana, avanzará la rehabilitación de Santa Catalina, la urbanización frente a la Universidad está a punto de concluir, avanzan las obras de los juzgados y se ven cada vez más obras en marcha. Pero son muchas más las que deben desbloquearse, como las de El Campillo, las del antiguo Hospital Provincial, las de la Ronda Norte y quinto puente, las del Edificio Metálico de la Universidad y la Facultad de Medicina, los derribos y rehabilitación del tramo de murallas entre Puerta Pilar y Puerta Trinidad, nuevas rehabilitaciones en La Alcazaba y tantas y tantas actuaciones que están a punto de comenzar y otras que no empiezan por los tediosos procesos administrativos, por los bloqueos políticos y, desgraciadamente, por los incomprensibles retrasos en los trámites burocráticos del ayuntamiento.

La ciudad está en condiciones de dar un cambio radical en los próximos años y no se debería permitir que los juegos políticos personales lo impidiesen. Badajoz necesita recuperar la esperanza.