Con las alas abiertas planeando sobre los visitantes, posadas en ramas o enmarcadas a modo de cuadros en peceras empotradas que simulan su entorno, acompañadas de otras especies con las que conviven. Así se presentan más de 400 ejemplares disecados en la gran exposición que sobre Aves ibéricas muestra hasta mañana Feciex. Las mayoría son de la península, aunque también los hay de otros continentes.

Aparecen rapaces, aves marinas, acuáticas y, según Domingo Ribera, del Servicio de Conservación de la Naturaleza, en la Consejería de Agricultura y Medio Ambiente, lo más original de la exposición es la serie de 25 cuadros que recrean el hábitat de distintas especies. Se incluyen desde la más emblemática, en peligro de extinción, como es el águila imperial, y otras muy amenazadas como son las esteparias, entre ellas la avutarda, que es la más pesada de toda Europa (los machos llegan a alcanzar hasta 15 kilos) y el buitre negro (que llega a tener 3 metros de ala de envergadura y la población mayor del mundo se encuentra en Extremadura; el censo en el 2013 era de 876 parejas, que fundamentalmente se ubican en dos núcleos, la sierra de San Pedro y el parque de Monfragüe). No falta el alimoche (llamado buitre sabio, el que rompe huevos con piedras) y el quebrantahuesos (presente en la Cornisa Cantábrica).

Uno de los expositores más impactantes es el dedicado a las rapaces nocturnas, ambientado con una luna llena, donde hay desde un búho real (el mayor de la península), hasta un autillo, que es el de menor tamaño.

Las aves han sido donadas por un museo de Cataluña y proceden de varios coleccionistas.

En el fondo de la sala, frente a la puerta, se abre al visitante un habitáculo oscuro dedicado a las grullas. Fuera se recuerda la antigua leyenda japonesa de Las Mil Grullas de Origami, según la cual quien confeccione 1.000 grullas de papel recibirá un deseo por parte de este ave. Y muy cerca, una grulla damisela que procede de la India representa la fidelidad del matrimonio.

No solo hay aves. En un apartado de la sala se exponen decomisos del Seprona (servicio de Medio Ambiente de la Guardia Civil) de artes que ya están prohibidas y que antes se utilizaban para cazar conejos o zorros, como cepos y ballestas.