Fue «complicado». Lo reconocen los tres policías (dos locales y uno nacional) que la tarde del lunes se lanzaron a las aguas del Guadiana para salvar a una mujer de 41 años que se había precipitado al río desde el puente de la Universidad. El acceso por la orilla fue dificultoso, debido el exceso de vegetación, así como conseguir avanzar por la presencia del nenúfar y camalote. Finalmente consiguieron sacar a la mujer del agua, antes de que se hundiese. Unos segundos más y la habrían perdido de vista.

Los protagonistas de este acto de valentía y generosidad son los policías locales Alejandro Amaya y Óscar Olvera y el policía nacional David Canchales. A las 15.47 horas las salas del 091 y del 092 recibieron llamadas ciudadanas alertando de que una mujer había caído al río. En principio la información era confusa. La que recibieron fue que había ocurrido en el puente Viejo. Pero rápidamente se les aclaró. Sucedió en la mitad del puente de la Universidad. Las dotaciones disponibles de ambos cuerpos se aproximaron por la margen izquierda. Los testigos les indicaron dónde se encontraba la víctima, «que ya estaba semiinconsciente, dando brazadas, se hundía y volvía a salir a flote», contaba ayer David. Dada la gravedad, los tres agentes se desprendieron del uniforme y se arrojaron «como pudimos» al agua. De la dificultad de la orilla dan fe los arañazos y erosiones que presentan en las piernas y en los pies. Otros compañeros se desplazaron a la parte superior del puente con un kit de salvamento con el que está dotado un único vehículo de la Policía Nacional (el del coordinador del servicio, David Canchales que afortunadamente estaba en las proximidades) y pudieron arrojar el flotador a la mujer, al que se aferró como pudo, aunque por momentos se resbalaba.

Fue Óscar Olvera el que agarró a la mujer sobre su hombro y nadó hasta que sus compañeros los socorrieron a ambos y los acercaron a una de las pilastras del puente, desde el que los rescataron los bomberos en una zódiac. Según contó este policía, en esta zona la profundidad del río es de 8 metros. «Lo pasamos bastante mal y gracias a los dos compañeros que llegaron a la par nos pudieron coger, si no el resultado hubiese sido otro». La principal dificultad fue la maleza que tuvieron que sortear. «Hubo momentos bastante duros, porque corríamos peligro todos y la chica más, nos costó bastante llegar». Alejandro Amaya fue testigo de cómo su compañero se hundió «varias veces» con la víctima. «Hay que estar ahí y verlo para comprobar la gravedad, en esos momentos David y yo tiramos de los dos hacia una zona de seguridad para de esa manera controlar la situación, pero fueron momentos malos». Mientras sucedía, Óscar Olvera no pensaba en nada, «estaba en blanco, sólo en salvar a la mujer, miedo sientes luego en casa, cuando lo piensas». A pesar de todo, insiste en que «volvería a hacerlo tranquilamente». De hecho, en este mismo lugar, hace 11 años, cuando tenía 19 y era soldado profesional, salvó con su hermano a un hombre que se precipitó desde el puente con su vehículo.

Según este agente, cuando alcanzó a la mujer «no articulada, estaba totalmente descontrolada, no era agresiva sino en un estado adormecido y balbuceaba». Se quejaba sobre todo del cuello. Fue trasladada al hospital Infanta Cristina, donde se recuperaba.

David reconoció que la situación de las orillas del río y de la vegetación en el cauce complicó el rescate. Como desconocían la zona, entraron por la margen izquierda, de acceso más complicado que la derecha. «Si hubiese estado mejor habríamos llegado antes y de haber tardado unos segundos más, la mujer se habría hundido y como está el río habría sido imposible dar con ella, unos segundos más tarde y se habría sumergido y habría muerto», relató Alejandro Amaya.