Fue una suerte que Mario Prado se cruzase en su camino y plantara cara al hombre que la estaba agrediendo violentamente en una gasolinera de la carretera de Cáceres. Pasaban unos minutos de la medianoche de ayer cuando este agente de la Policía Local de Badajoz, que se encontraba fuera de servicio, regresaba a casa en su vehículo junto a su mujer y su hijo de dos años y medio. Vio cómo un hombre golpeaba varias veces en la cara a una mujer y después la empujaba con fuerza contra una reja junto al aparcamiento de la estación de servicio. No se lo pensó dos veces. Paró su coche --a varios metros para tratar de proteger a su familia-- y corrió en su auxilio.

«Si no me llego a parar le hubiera causado lesiones graves a la chica», aseguró ayer Mario Prado, quien lejos de sentirse un héroe, solo creía haber cumplido su deber como policía y ciudadano. «Es una lacra y no se puede pasar por alto. Cada vez son más las mujeres que están siendo maltratadas por sus parejas y hay que tratar de erradicarla», defendió.

Cuando el agente se identificó como tal, la mujer comenzó a gritar «me ha pegado», mientras que el presunto agresor trató de huir a la carrera. Prado consiguió darle alcance, lo que le costó un par de golpes junto al oído que lo dejaron aturdido, pero logró reducirlo. Su mujer avisó a la policía y varios compañeros acudieron «enseguida». A pesar de verse acorralado, el presunto agresor continuó con una actitud «muy violenta», llegando a destrozar la puerta de un vehículo policial.

El agente pidió ayuda a los ocupantes de un vehículo que se paró en el lugar, pero no la recibió. «Entiendo que es una situación complicada», aunque aseguró que él volvería a actuar como lo hizo, a pesar de que no sabía a lo que se iba a enfrentar. «Podía haber tenido un arma o cualquier otra cosa, pero en ese momento no piensas en eso, solo en que está haciendo daño a una chica y que hay que remediarlo».

El detenido, de 43 años, tenía un orden de alejamiento sobre la víctima, su expareja. El presunto agresor fue trasladado a la comisaría de la Policía Nacional, en cuyos calabozos continuaba ayer a la espera de ser puesto hoy a disposición de la autoridad judicial.

Mario Prado tiene 31 años y desde el año 2010 ha sido agente de la policía local en Valdelacalzada. Se incorporó a la jefatura de Badajoz el pasado 1 de abril, por una permuta de plazas. Una de sus primeras intervenciones en la capital pacense fue también por otro caso de violencia de género, pero no en solitario.