No es la acepción de pícaro y bribón que RAE atribuye a sinvergüenza la que busco. Es más bien la persona que comete actos ilegales o incurre en inmoralidades. La desfachatez, el descaro, la insolencia, la desvergüenza, la descarada ostentación de faltas y vicios. El sinvergüenza es mala gente que a veces va de gracioso, de los que con la gracia, te insulta, te agrede, te acosa, te amenaza, generalmente de forma cobarde, en grupo, nunca a solas, amparándose en la masa, disculpándose en la turbamulta, escondiéndose tras la miseria colectiva que le hace creer invencible y, todo, porque dice, asegura, defiende, ostenta y ondea la bandera de la libertad de expresión. Luego llegan los jueces, los políticos, las familias, los abogados, los psicólogos, en fin, los de siempre y nos ponen por delante el artículo 20 de la Constitución y, ea, tenemos que callarnos. Pues como diría Howard Beale, el conocido personaje de la película Network: un mundo implacable, en uno de sus memorables discursos televisivos: «Estoy más que harto y no quiero seguir soportándolo».

Juré bandera al hacer la mili, no soy monárquico y los símbolos creo que solo son símbolos pero estoy más que harto y no quiero seguir soportando la desvergüenza de futbolistas, políticos, periodistas, intelectuales, artistas, empresarios, banqueros, profesionales de todo tipo y aficionados y clubes que, en vez de retirarse y no jugar una final de la Copa del Rey, van al campo a silbar el himno, insultar a la bandera, a las instituciones, al Rey, a enviarnos peinetas, pedorretas, regüeldos y toda clase de denuestos, a hacernos calvos, a despacharnos con rencores y malas artes, a afear la imagen de España y a emponzoñar nuestras tradiciones y enseñas. Si le hiciéramos lo mismo a ellos seríamos todos unos fachas. Estoy más que harto de que nadie haga nada, de que la Federación no le diga al árbitro que suspenda el partido y se juegue a puerta cerrada o que se sancione a esos equipos para que no vuelvan a jugarla en su vida. Y lo mejor de todo, lo que, además de presuntos delincuentes, los convierte en imbéciles es que, después, celebran haber ganado la Copa o lamentan haberla perdido. Es un país de locos, sí, pero ser un sinvergüenza no tiene que ver con el 20 sino con el código penal.