Alguien ha tomado decisiones erróneas o alguien las ha ejecutado mal si la previsión era la correcta. Rectificar será de sabios pero hay materias, como el tráfico, que requieren comprobación teórica antes que práctica porque los conejillos de indias tienen nombres y apellidos. Cuando lo que se aborda afecta a la circulación rodada, las consecuencias pueden ser terribles, pues está en juego la integridad física de personas. En seguridad vial los errores se pagan muy caros.

En la última semana los ciudadanos han asistido perplejos a dos experimentos que aún no se han rematado y que han puesto en cuestión dos actuaciones tan sensibles como son la reordenación del tráfico en dos de las vías de mayor aforo: Sinforiano Madroñero y la BA-20, conocida popularmente como la autopista.

En ambos puntos ha habido accidentes de tráfico como resultado de decisiones desacertadas o tal vez por ausencia de decisiones acertadas. En el caso de Sinforiano, el proyecto de adecuación del carril-bici contemplaba la colocación en el resto de carriles de los llamados cojines de calmado antes de los pasos de cebra. El pliego de condiciones recoge las características exactas. Aparentemente se colocaron los que incluía el proyecto: rojos y con flechas direccionales, pero diferían las dimensiones, que en el papel son de 3 metros de longitud por 1,8 de anchura. Los que se instalaron eran tan pequeños que obligaban al vehículo a dejar siempre una rueda fuera e invitaban a desplazarse al carril de al lado, con el consiguiente riesgo para la circulación. Salvo en el carril compartido con los ciclistas, donde la circulación está limitada a 30 kilómetros por hora, en el resto es de 50, pero con los obstáculos, era arriesgado pasar de 10 si no se quería poner a prueba la amortiguación del utilitario.

Tan lento había que circular, que los conductores que coincidían sobresaltados subiendo y bajando estos resaltos se miraban entre ellos como compañeros resignados de aventura. Fue necesario un movimiento ciudadano expandido a través de las redes sociales para que las cabezas pensantes se percatasen del error. Pero no se entiende que haya habido que esperar a que cientos de conductores se movilizasen y se agudizase el sentido del humor de los aficionados a las redes que son capaces de sacar punta a un rotulador. Cualquier obra, máxime si es una pública, se somete a unas normas de revisión y de comprobación bajo la responsabilidad del jefe supervisor. Alguien se saltó este trámite. Ahora, con la venia de que será la empresa adjudicataria, Mesasol Uno, la que sufragará los gastos, pretenden hacer borrón y cuenta nueva. Pero hasta tanto se tomó la decisión, no sólo ha habido un accidente grave, en el que un motorista se rompió un tobillo, sino que se puso en riesgo a quienes continuamente utilizan esta avenida.

Como ocurrió con los conductores que atravesaron el nuevo cruce habilitado en la autopista con la avenida Antonio Cuéllar. Se abrió un miércoles sin aviso previo, ni siquiera en la web del ayuntamiento. El viernes hubo un accidente y el sábado otro. Por la tarde de ese mismo día se cerró y el lunes se pintaron los pasos de peatones, las señales direccionales, se colocaron bandas reductoras y, sobre el terreno, se decidieron otras medidas para mejorar la seguridad del cruce. Han tenido que ocurrir dos accidentes con 5 heridos para que alguien se percatase de que esta intersección no era los suficientemente segura. Alguien tomó decisiones precipitadas y causó más de un sobresalto. Con el tráfico, las imprudencias se pagan.