El comedor para indigentes de la calle Martín Cansado, dirigido por las Hermanas de la Caridad de San Vicente de Paul, es el único que ha permanecido abierto durante el mes de agosto, debido al cierre del comedor de San Vicente de Paul, "lo que ha incrementado el número de usuarios, que suele ser de 50 a 60 personas", según sor Isabel Machío, una de las hermanas que sirve a los mendigos.

Este centro tiene una capacidad para unas 72 personas. A él se puede acudir entre las 13.00 y las 13.30 horas. El Banco de Alimentos suministra la comida y recolecta todos aquellos productos a través de la solidaridad de la gente o aquello que están a punto de caducar, pero que "no están en mal estado", apuntó la hermana Isabel Machío.

Entre las personas que asisten al comedor se encuentran mendigos, toxicómanos, desempleados, inmigrantes y en general todas aquellas personas desfavorecidas o aquellas que simplemente "no han tenido suerte en la vida", dijo la hermana Isabel Machío.

Manuela San Juan Soto y Julietta Magoito son dos toxicómanas que aseguraron encontrar en las hermanas un "consuelo". La situación de estas mujeres, al igual que muchos de los indigentes que deambulan en las calles de la ciudad, les obliga a no tener "nada que llevarse a la boca", dijo sor Isabel, quien también añadió que "mientras existan pobres, existirán personas que intenten ayudarles".

Además de ir a comer, los indigentes también pueden acudir al comedor a asearse, en caso de no tener casa.