La feria comenzó sin demasiado brillo. A la corrida de Núñez del Cuvillo le faltaron muchas cosas buenas, aunque tuvo como nota común la manejabilidad. Iban y venían, tomaban los engaños y atendían a los cites, pero todo sin demasiado celo ni clase. Con semejante material destacó Rivera Ordóñez, al que se vió especialmente motivado. Pudo salir en hombros si el palco le hubiera concedido la oreja del quinto, que el público pidió. Con éste, de violenta embestida y a la defensiva, Rivera atacó, puso garra, firmeza y valor. Antes, con el segundo había estado muy por encima de su oponente, y acabó haciendo con él lo que quiso.

Javier Conde mostró su irregularidad. No quiso ni ver al primero, con el que estuvo en un mar de dudas, y se empleó algo más con el cuarto, sin confiarse. Fue un quiero y no puedo en una lucha interna por hacer su toreo. La oreja fue fruto de su personal puesta en escena y una estocada de rápido efecto.

Y cerraba terna un Manzanares que dijo poco. La faena al tercero tuvo cierta intensidad, por momentos, especialmente cuando toreó por el pitón derecho, pero no supo rematar adecuadamente. Y con el que cerró corrida realizó un trasteo excesivamente largo, de poco contenido por la falta de entrega del de Núñez del Cuvillo. A éste no lo pudo matar, porque cuando se perfilaba, el animal se descordó y tuvo que ser apuntillado. Mal final para una tarde que no pasará a la historia.

En la corrida de esta tarde, Matías Tejela sustituye al lesionado Jesulín de Ubrique.