TAtunque tiene nombre de princesa destronada, es ella la que está destronando a todo rival que se le pone por delante y consiguiendo un triunfo que cada día es más grande. Tras su brillante papel en Operación Triunfo y en La Batalla de los coros , Soraya Arnelas acaba de ganar la competición española que le permite representar a nuestro país en el próximo Festival de Eurovisión, y lo ha hecho --además de contar, desde luego, con el plácet del jurado-- sobre todo, gracias al voto del público. Soraya seduce a quien la mira. Son muchos los factores de esta seducción. Por supuesto, canta e interpreta fenomenal, sin eso lo demás no valdría nada. También se nota que es toda una profesional. En ella coinciden a plena satisfacción dos elementos esenciales para el éxito: talento, es decir, arte, y profesionalidad, es decir, trabajo. Pero, además, se mueve, mira, baila y derrocha sensualidad como una estrella.

Tal vez sea Soraya la cantante española actual con mayor y mejor imagen de star internacional. Podría haber nacido en cualquier lugar del mundo y podría actuar en cualquier lugar del mundo sin desmerecer. Todas estas cualidades juntas le confieren un carisma de mujer global, de gran artista cosmopolita de la que cualquier país podría sentirse orgulloso. Yo creo que los españoles se sienten ya orgullosos de Soraya, como lo demuestra el masivo apoyo que recibe del público en todo lo que hace. Y es natural que los extremeños, que tenemos la suerte de que haya nacido aquí y de que, de una u otra forma, actúe de embajadora de nuestra tierra por el mundo, estemos orgullosos también. Ella es una más de estas generaciones de hijos tan valiosos que está dando esta tierra en los últimos tiempos.

Después de ganar la selección para Eurovisión, Soraya ha dicho una cosa que la define plenamente y que creo que la sitúa en una buena posición para acercarse al triunfo también en este concurso europeo de la canción. "Voy a prepararme como si fuese a una olimpiada", ha declarado. Es decir, va a incrementar el esfuerzo, el trabajo y la ya rigurosa disciplina a la que se somete para ser quien es y hacer lo que hace. Ese es, sobre todo, el secreto del éxito. Prepararse como para una olimpiada, es decir, dedicarle a la cosa las diez mil horas que dicen los expertos.