TEtfecto de sorayizarse. O sea, la cantante de Valencia de Alcántara hasta en la sopa. Una vez más, se unen el infantil y obsesivo deseo colectivo por ganar la batalla de Eurovisión con el catetismo ilustrado del que hacemos gala los extremeños a poco que salga alguno de nosotros en la tele. En la última semana, desde que la neumática extremeña se impusiera a la turgente andaluza en la pantomima ésa eurovisiva, he llegado a leer hasta diez artículos de opinión donde la industriosa exazafata de altos vuelos es la protagonista. Esto quiere decir que gente sesuda pierde unos minutos de su tiempo para analizar el fenómeno y, a continuación, escribir de ello, generalmente bien. La sorayización está en marcha pero no comenzó ahora.

Una joven extremeña tan normal como cualquier otra (o con menos méritos que muchas mujeres de aquí que se dedican a la medicina, la investigación, la educación, la empresa o la política) va un día a un concurso televisivo, queda la segunda, graba un par de discos, derrocha un poco de simpatía, dirige (¿dirige?) un coro en otra televisión y se convierte en la heroína nacional autonómica, ocupando portadas, fijando la imagen de la región y concediéndosele, ahí es nada, la Medalla de Extremadura. Hay escritores, científicos, investigadores, artistas, voluntarios, empresarios, buena gente extremeños y en Extremadura que se morirán sin ser reconocidos, con más méritos, con tan digna distinción. Es la sorayización, que obnubila, embriaga y entontece.

La paisana, exultante, se ha venido arriba y como expresión intelectual en su devenir galáctico ha alumbrado tres frases de antología. La primera, un alarde expresivo de implicaciones ontológicas: "Mi baza es el estribillo que pega que no veas". La segunda, un ejercicio entre lo geográfico y lo deportivo pasando por lo prosaico: "Me voy a preparar como si fuera la maratón de Chicago, como para los Juegos Olímpicos, porque quiero ganar". La tercera, la evidencia de que la sorayización no puede ser buena: "Yo soy la Obama española y esta vez vamos a ganar Eurovisión".

Teniendo en cuenta que buena parte del estribillo es en inglés, que hay, al menos, cuatro maratones tan importantes o más que la de Chicago y que Obama es mucho más realista que la moza, auguro, de nuevo, un batacazo. No importa, para esas fechas ya estaremos todos sorayizados y seguro que encontramos a alguien a quien culpar.