El general Mendizábal cometió su primer error estratégico no ordenando ninguna acción que obligara a los franceses a dividir sus fuerzas, debilitando su resistencia frente a la salida de las tropas mandadas por Menacho el 7 de febrero de 1811. El segundo fue su inactividad.

Soult estaba intranquilo porque las comunicaciones de su ejército con sus bases de Andalucía eran muy precarias y no podía correr el riesgo de verlas interceptadas. Pero el general español no se movió, ni intentó la menor acción para aislar al ejército sitiador. Se limitó a inutilizar el puente del Gévora, para impedir su cruce por el ejército francés, y a acampar cerca del fuerte de San Cristóbal, cuya artillería le servía de protección.

El mariscal decidió obrar en consecuencia. El conde de Saint-Chamans y el teniente Auguste Pétiet, ayudante de campo del mariscal, describieron la acción, en sus respectivas memorias, de modo muy preciso. Desde el cuartel general francés, el primero, y desde el propio campo de batalla, el segundo. Este resultó gravemente herido en la acción.

Una vez que Soult reconoció la posición ocupada por Mendizábal resolvió atacarlo allí mismo, a pesar de lo arriesgado del plan, porque la posición ocupada por españoles y portugueses estaba muy elevada sobre el llano circundante y resultaba muy fuerte y difícil de atacar. El mariscal demostró, en una de sus actuaciones menos divulgada por los historiadores, que conocía muy bien a sus tropas y también las del enemigo y que unía a un innegable sentido de la oportunidad un valor indudable.