Hay cosas sobre las que uno tiene que escribir aunque le cueste, le duela o le traiga problemas. Temas de actualidad que no deben ser silenciados. En Badajoz, ocurren hechos, acontecimientos, que se convierten en noticia y motivo de opinión. Están en los medios de comunicación, en las redes sociales, en las consultas del médico, en los bares, en los autobuses urbanos, por la calle, en los bancos de San Francisco o San Fernando. No puedes alejarte de cuanto ocurre y no puedes sustraerte a opinar sobre ello porque formas parte de la comunidad y la comunidad te obliga a posicionarte. Hay que definirse y hablar de lo que todo el mundo habla -en este caso, escribir- aunque, en realidad, no todo el mundo hable de lo mismo y cada cual vaya a lo suyo y lo suyo no sea lo de todos o lo de todos solo sea lo de uno y uno crea que es lo de todo el mundo porque, esta otra, la habitual tendencia a que uno se crea el centro del universo y, por tanto, lo que piensa, lo que cree, lo que opina y sobre lo que se sustenta es la verdad absoluta.

En todo caso, y sin querer evadirme del asunto, creo que debo empezar a tratar sobre estos aspectos que mueven y conmueven a la ciudadanía, que ocupan las portadas, que entretienen las tertulias, que están provocando un retortijón social en una ciudad de provincias que siempre fue de provincias y que, ahora, al compás de la modernidad, se ha dejado abandonar por lo superfluo de circunstancias intrascendentes y se abraza de manera alienante a una singular carrera donde los obstáculos se multiplican, la salida ya queda lejos y la meta tiene toda la pinta de no existir. Debo escribir, sin más dilación y con la mayor claridad posible, sobre las emocionantes revelaciones que colman nuestras ansias de protagonismo y que se convierten, por fuerza del día a día y del titular periodístico, en nuestra agenda de preocupaciones y nuestro catálogo de referencias.

Está en boca de todo el mundo y no puedo negar la evidencia ni negarme a expresar mi opinión al respecto. Me obligan las numerosas cuestiones que sostienen la noticia y he de analizar cuanto pasa desde una perspectiva psicosomática y con un alarde de resiliencia que separe la entelequia y la faramalla, destacar la ósmosis con el Badajoz eterno que me recuerda cada mañana que no tenemos más opción que la de entrar en combate, dialéctico, por supuesto, alcanzar la gloria, si se quiere, si se puede, y huir a marchas forzadas del dicterio y la chafaldita.

Alguien le preguntó al escritor Jonathan Swift, el de Los viajes de Gulliver, en qué proyectos se hallaba inmerso y él respondió: Ahora estoy ensayando un experimento muy frecuente entre los autores modernos; esto es: escribir acerca de nada. Pues eso, digo yo. Escribir y hablar de nada. Igual nos iba mejor a todos.