Ha transcurrido el tiempo de silencio de Eduardo de Orduña. Causó sorpresa que el expresidente de la Diputación de Badajoz, excandidato a la alcaldía pacense y exportavoz municipal del PSOE decidiese de la noche a la mañana dejarlo todo y volver a su puesto en la Confederación Hidrográfica del Guadiana, aunque mantuviese su presencia como secretario local del partido en la ciudad.

Desde que Orduña dio a conocer su decisión definitiva el pasado mes de septiembre, no se le había vuelto a oír en público. A excepción, creo recordar, de la presentación del libro de María Antonia Iglesias sobre el PSOE y el reparto de octavillas en contra del PP.

Largo silencio. Eduardo de Orduña se marchó diciendo que había terminado una etapa. Después de tantos meses, puede que alguien creyera que el expresidente de la diputación de verdad se había retirado del mundanal ruido. En el partido negociaba su futuro. Finalmente, Orduña aspira a un escaño en la Cámara Alta, cementerio de elefantes. Pero no las tiene todas consigo. El PSOE no ganó las pasadas elecciones generales en la provincia y sólo si vence en número de votos al PP obtendrá tres escaños. De lo contrario, se quedará con uno. Orduña es el segundo en la lista. El partido aspira a lograr un vuelco. Orduña también.