La asociación de inmigrantes Todos iguales, todos legales nació hace dos años en la capital pacense. Su coordinadora, Silvia Moyano, abogada, llegó a Badajoz sola con su hijo. Sabía que abrirse camino aquí sería difícil pero nunca imaginó que "la gente se pudiera aprovechar tanto de nosotros", concretamente, se refiere a las promesas que le hicieron durante un año en una empresa en Menacho de darle de alta en la seguridad social, y que no cumplieron. "Entonces, me llegó la orden de expulsión".

Otra de las denuncias lanzadas desde la asociación es que la policía, vestida de paisano, va a las casas de los inmigrantes pidiendo los papeles, al no poseerlos, se les engaña diciéndoles que los pidan con un permiso de trabajo, pero la ley de extranjería no lo permite porque Extremadura ya tiene su cupo lleno, por lo que con lo único que se encuentra el inmigrante al ir a pedir sus papeles es con una orden de expulsión de 15 días.

Los más rechazados son "los gitanos rumanos porque siempre andan pidiendo pero, en general, sentimos una mirada de superioridad general", según Moyano. Quizás por ello, Jairo Vaca, delegado de la asociación ecuatoriana Ruñiñahui dice que los inmigrantes tienden a reunirse con compatriotas, sin integrarse.

Silvia afirma también que existe la idea de que las mujeres extranjeras sólo sirven para fregar y los hombres para el campo, a pesar de que muchos empresarios de Badajoz quieren contratar a inmigrantes en el sector servicios pero la ley no lo permite. La asociación pide un permiso limitado de trabajo para que los inmigrantes salden la deuda que arrastran. "No es la solución, pero dará oxígeno a muchas personas", concluye Silvia.