TMte costó un trabajo tremendo conseguir entradas para la corrida de Perera y Talavante en La Maestranza en la pasada Feria de Abril. Las obtuve --de esas pocas que guarda la empresa para las emergencias-- gracias a un amigo sevillano influyente, a pesar de estar agotado el papel desde semanas atrás. Cuando fui a comprarlas me dijo el taquillero --un hombre poco inclinado a las admiraciones sin fundamento-- que aquélla iba a ser la corrida del año en Sevilla. Luego no lo fue por culpa de los toros. Pero Talavante venía de salir por la puerta grande de Las Ventas y días después volvería a salir por la del Príncipe, como Perera viene de indultar varios toros en su corta carrera, batiendo un récord en la historia del toreo, mientras Ferrera, Miguelín Murillo y otros toreros extremeños siguen triunfando también por el mundo y en México un toro casi le parte el corazón, de grande que lo tiene, al jovencísimo y prometedor Jairo .

Esto ocurre en los toros, pero lo mismo pasa en el deporte, en el arte, en la literatura, en la música o en la empresa. De la Extremadura extraordinaria de hoy ha nacido una legión de extremeños extraordinarios en todos los campos de la actividad humana. Decir ´Extremadura´ o ´extremeño´ es levantar ahora exclamaciones de admiración en cualquier lugar donde se pronuncie nuestro nombre, de tal manera que está naciendo un nuevo concepto, el de lo extreordinario , que define lo que esta tierra tiene fuera de lo común y que ahora por fin se manifiesta cuando el negro toro de la historia adversa ha sido estoqueado. Lograr la mejor faena con el toro peor es lo verdaderamente meritorio y esto es lo que hemos hecho los extremeños en los últimos veinticinco años.

Somos extreordinarios y esta columna va a dar fe cada semana de esta realidad, sin exageraciones pero también sin complejos. Y, eso sí, con el orgullo de estar cortando orejas y rabos y saliendo por la puerta grande en cosas que hasta ahora eran impensables.