Se abrazaban, lloraban, se besaban, reían, se quitaban la palabra y todas se alegraban de volver a verse. Podía ser un reencuentro de antiguas alumnas pero no, el centenar de mujeres que ayer se juntaron en el hotel Río para compartir una comida de convivencia se conocían porque fueron trabajadoras de la antigua empresa de telares Itesa, que cerró hace 27 años en Badajoz, tras una sonora huelga y varios encierros, uno de ellos en la catedral protagonizado por los empleados, en su inmensa mayoría mujeres. Los responsables aprovecharon aquel encierro para llevarse las máquinas a Barcelona y ahí acabó la historia de "la mejor fábrica que había en Badajoz", según Marta Adame.

La fábrica se encontraba en lo que ahora es la Urbanización Guadiana. De aquellas instalaciones siguen en pie las naves que luego ocupó Ifeba y donde ahora están los bomberos. También se conservan los pisos de Itesa, construidos para los trabajadores, detrás de Telefónica en Castillo de Puebla de Alcocer. Pero el recuerdo más nítido que pervive es el de estas mujeres.

Puri Ardila y Paqui Villar han sido las organizadoras. Ellas seguían manteniendo el contacto con algunas compañeras y de unas a otras han logrado reunir a cien de las 360 que trabajaban en Itesa. Muchas siguen en Badajoz, pero otras viven ahora en Cáceres y Mérida.

Itesa salió del Plan Badajoz y era una gran fábrica en la que "entraban los camiones de algodón y salían los camiones de sábanas", contaba Julia San José. Unas y otras no se ponían ayer de acuerdo sobre los motivos del cierre. Hay quien decía que ellas mismas fueron "ignorantes" por pedir la equiparación salarial con los empleados de Barcelona, porque si la fábrica estaba aquí es porque la mano de obra era más barata. Otras decían que la culpa fue "del politiqueo".