El cierre del Hospital Provincial ha repercutido muy negativamente en muchos negocios del centro de la ciudad, en el entorno del antiguo edificio, cuya actividad dependía en gran medida de la gente que movilizaba el hospital, no sólo el personal que trabajaba en el edificio, sino familiares y los propios enfermos. En este inmueble sólo permanece el centro de salud, el 112 y la Unidad del Dolor.

Ha transcurrido más de mes y medio desde el traslado y ya algunos negocios han empezado a resentirse, tanto que hay quien piensa en el traspaso y otros han mirado locales junto al Perpetuo Socorro, para trasladarse.

Los más afectados han sido los bares. El negocio de la cafetería de la ONCE se ha reducido más de un 40%, igual que el del bar Centro. Soledad Salgado, de la floristería Florisen, comentaba ayer que ella había mañanas que se acercaba a la Once a desayunar y se volvía sin tomar nada por la cantidad de gente que había. Ayer había cuatro en la barra.

FUTURO

Muchos no saben cuál es el futuro de este edificio, sólo piden que sea ocupado cuanto antes. "Lo fundamental es que no esté cerrado", señaló José Luis Torres, de la copisteria Técnica.

La actividad en las floristerías se ha reducido necesariamente. Soledad Salgado explicaba que había gente que entraba para poner flores en la capilla del hospital, para los enfermos y, sobre todo, en necropsias, aunque todavía hay clientes que acuden a esta misma tienda. Su actividad se ha reducido un 10%.

El responsable del kiosko de bebidas de la plaza de Minayo es testigo directo de que, desde el cierre del hospital, "hay mucho menos moviento de personas, porque antes se veía pasar más personas para ir a Consultas Externas o por la entrada principal". Reconoce que su negocio no se ha visto demasiado afectado "pero dentro de lo que cabe, siempre había alguien del hospital que se acercaba a tomar algo". Un taxista comentaba disgustado que "ahora me puedo tirar las horas muertas en la parada, y no sube nadie".

Sin embargo, la farmacia Camacho ha notado sólo un poco menos de movimiento, porque está en las traseras del hospital y sus clientes son en su mayoría del centro de salud y su ubicación es provisional. A la que más ha afectado es a la farmacia Subirán, en la calle Pedro de Valdivia. Carmen Subirán contaba que todavía es pronto para hacer balance y saber en cuánto se ha reducido el negocio, aunque mantiene como clientes a los trabajadores del hospital. Esta farmacia lleva abierta más de 60 años. Un empleado, que lleva en este lugar más de 32 años comentaba que el cierre no sólo ha repercutido en los negocios, sino que ahora las calles de los alrededores están "tristes", porque desde la una del mediodía apenas pasa nadie.