El autor es arqueólogo y profesor

Hablaba de mis periplos ferroviarios Madrid-Badajoz-Madrid. No hace falta ser un arriesgado aventurero ni irse a esos ferrocarriles tan peligrosos de Norteamérica del Sur para pasar emociones fuertes. El talgo Madrid-Badajoz de por las mañanas o del medio día, si el trayecto es inverso, es mucho más interesante.

El personal de a bordo merece la medalla al Mérito Civil, porque no hay viaje en el que no se avería algo. Y eso es emocionante.

Por ejemplo, el aire acondicionado en plena canícula. ¿Ustedes han viajado alguna vez dentro de un microondas?. O, también, el agua de los baños. Asistí un día, disfrutando claro, a una preciosa inundación en uno de los vagones. Para qué acudir al Mont Saint-Michel, donde las mareas son las más altas del mundo. En el susodicho trayecto ustedes pueden contemplar el flujo y el reflujo de las aguas por los pasillos sin esfuerzo ninguno y, ahí es nada, en medio de un encinar: ¡en Monfragüe! O sea. Bellos paisajes, emociones sin cuento, velocidades reposadas y precios accesibles.

Como siempre pasa algo y, en general, el tren llega con un retraso de más de una hora pueden conseguir que les devuelvan el 25 % del importe total del billete. No entiendo eso. ¿Por qué no el total? Es que todavía hay clases.

En el AVE te reembolsan el 100%. En los trenes del Far West español sólo una cuarta parte. Pero, oiga, sale económico. Sobre todo si a usted no le espera nadie y aprovecha esas interminables horas para leer o preparar unas oposiciones a notaría. Escribir no se puede porque, cuando hay donde apoyarse, el bamboleo es como de galerna en el Cantábrico. Vamos un chollo intelectual.