Suciedad, exceso de ruido, discusiones... El calvario que están viviendo vecinos de un bloque de viviendas en la calle Mértola perteneciente al Complejo Campo Mayor, en el barrio de El Progreso, parece que no tiene fin. Desde hace algo más de dos años, el comportamiento incívico de un colectivo de okupas reina en este edificio de 12 viviendas de las cuales siete están habitadas de forma ilegal.

Este diario habló con una joven que vive en uno de los pisos ocupados y que no quiso revelar su identidad, como el resto de los vecinos. "He ocupado un piso por necesidad. No tengo casa, ni trabajo para mantener a mis hijos" contó, al tiempo que desmintió que hubiese suciedad y exceso de ruidos en el bloque.

El portal se encuentra abierto las 24 horas del día. En el interior del mismo hay un rellano que, según las quejas de los vecinos, raro es el día que no está lleno de basura. Los escalones están reventados, los contadores manipulados, el cableado eléctrico por los aires, hay buzones rotos, extintores que han sido vendidos, interruptores de la luz arrancados, paredes manchadas, escaleras sin barandillas, un cuarto de la luz que se usa a modo de vertedero y un patio comunitario convertido en un auténtico depósito de basuras donde se acumulan desperdicios.

TESTIMONIOS Según denuncian los pocos propietarios que quedan en el bloque, esta gente ha traído "el caos, la suciedad y destrozos", no solo a la comunidad, sino a los terrenos colindantes con el edificio. Llegaron hace dos años y desde la primera familia okupa, "la situación se ha ido volviendo cada vez más insostenible", explica un vecino de la misma calle, quien además añade que las autoridades todavía no han hecho nada y que al igual que muchas de las familias que vivían en el bloque, está pensando marcharse a otra casa. "Si no me he ido ya es porque, actualmente, mi situación económica no es muy buena y no me puedo permitir pagar un alquiler", admite.

Las primeras quejas ante la policía fueron por el exceso de ruido, sobre todo nocturno. "Ponen música a todo volumen y no les importa la hora que sea o si tenemos que descansar para ir a trabajar". Los siguientes avisos llegaron cuando empezaron a acumular basura en el portal. "Comen en las escaleras del bloque y tiran los desperdicios que les sobran por todo el rellano en vez de tirarlos a la basura", añade otro de los vecinos.

Estas familias, de nacionalidad española, aunque según señalan algunos propietarios, también hay una portuguesa, ocupó el bloque de viviendas, actualmente propiedad de los bancos, que se encontraban vacías ya que sus legítimos dueños habían sido desahuciados. "De las 5 familias que quedaban en el bloque, ahora solo residen 3. Las otras dos van y vienen de vez en cuando para ver que no se les han metido nadie en el piso. Hacen esto porque no quieren seguir viviendo en estas condiciones. Se han cansado de esperar que alguien los eche de aquí". Los vecinos han puesto numerosas denuncias pero la policía, que va a diario a la zona, a pesar de las llamadas de atención no ha conseguido hacer nada.

RECOMENDACIONES Según la asociación de vecinos, se están ocupando de la situación. Aconsejan a los del bloque sobre cómo tienen que actuar y qué pasos han de seguir, además, han mandado cartas a los bancos propietarios y se han puesto en contacto con la Concejalía de Sanidad y Salud Pública y con Endesa, ya que pesar de no tener ni luz ni agua, se las ingeniaron para contar con estos servicios, al menos por un tiempo. "Antes tenían agua y luz, hasta que les cortaron el suministro. Ahora el agua la consiguen de una llave de paso de agua general de la calle Máquinas, cercana al complejo. Van con un carro de la compra lleno de garrafas vacías y se vuelven con ellas llenas", cuenta una vecina.

"Hemos intentado llegar a un pacto de convivencia con ellos, pero lo hacen peor. Lo único que hemos conseguido es más basuras, más discusiones y que pongan la música más alta", añade uno de los propietarios.

Hace tan solo unos días, una de las familias okupas fue desahuciada. La policía, en compañía de los agentes judiciales, un notario y un cerrajero acudieron a la expulsión, pero a pesar de las medidas tomadas, unos días después, la misma familia volvió a entrar en el piso.

Como última medida, en un intento de acabar y ante la impotencia al no poder hacer nada debido a que la solución jurídico-legal conlleva un trayecto demasiado largo y lento, los vecinos pidieron tener una audiencia con el alcalde de Badajoz, Francisco Javier Fragoso. Un encuentro que, a día de ayer, aún no se había producido. Mientras, los pocos vecinos que quedan en el bloque de viviendas de la calle Mértola tendrán que seguir conviviendo, como puedan, con esta situación que, sin quererlo, les ha tocado vivir.