La única cosa que parecía que preocupaba del botellón era la suciedad y el ruido que generaba. Una vez solucionado ese problema con una ley antibotellón que aparta a los jóvenes a lugares alejados de la vista de sus mayores, donde pueden emborracharse o consumir cualquier sustancia que deseen, parece que el asunto quedó zanjado. Si bien es cierto que desde las distintas administraciones se han adoptado varias medidas para prevenir y paliar los efectos negativos de este fenómeno, parece que estas medidas no están dando grandes resultados. No es porque lo digan las estadísticas, sólo había que dar una vuelta por la feria para ver que el esfuerzo realizado por el ayuntamiento, los hosteleros y los feriantes para atraer a la juventud fue en vano. El gran triunfador de la feria, como en años anteriores, fue el botellón , y si no que se lo pregunten a Cruz Roja, que fue quien se ocupó de asistir las borracheras de los jóvenes, la mayoría menores de edad y algunos con 11 y 12 años.

Es desesperanzador ver que los jóvenes no viven el Carnaval, ni la Nochevieja, ni la feria de San Juan, siempre van al mismo sitio: al botellón , sólo que disfrazados de distinta cosa.

-