Hubo un tiempo en el que en los patios comunes de las llamadas Casas Baratas del Cebadero, en la calle Valladolid, junto al parque de San Fernando, corrían y jugaban un centenar de niños. Ahora sólo quedan 12 familias, muchos ancianos, pendientes de que la Inmobiliaria Municipal termine de construir un bloque de 69 pisos que sustituyó al primer grupo de casas, derribado en agosto del 2003.

Según la información de la Inmobiliaria Municipal las obras del nuevo bloque de pisos van a buen ritmo, tanto es así que creen que después del verano se entregarán las llaves y los vecinos que los han adquirido podrán trasladarse.

Las antiguas viviendas son de propiedad municipal y sus ocupantes pagan un alquiler, casi simbólico (3 euros). Desde que esta operación comenzó, muchos vecinos han muerto, pero sus derechos se han transmitido a sus herederos.

La operación urbanística de las Casas Baratas del Cebadero se inició hace seis años y está programada en el Plan General de Ordenación Urbana todavía vigente, que prevé la desaparición de estas viviendas, distribuidas en dos grupos, de 28 y 30 casas, para construir en su lugar dos bloques de pisos en alturas, así como un nuevo vial. Primero se derribó el grupo de la derecha y en el solar despejado se está construyendo el bloque mencionado, cuyos pisos se han ofrecido en propiedad a los inquilinos de los dos grupos.

Cuando este bloque esté terminado, los vecinos que todavía permanecen en el primer grupo tendrán que marcharse, porque sus casas serán derribadas para construir el segundo bloque de pisos. Para demoler el primer grupo hubo que realojar a todos los inquilinos, unos en viviendas municipales y otros de alquiler, que el ayuntamiento abona. Recientemente se ha dado un nuevo paso, con la aprobación del proyecto del nuevo vial, que afecta a 16 vecinos y se han trasladado hace unos días, en espera de que terminen los pisos.

VIVENCIAS Eva, de 85 años, es una de las vecinas que sigue en su casa del Cebadero. Se irá a uno de los pisos nuevos, que ha comprado su hija, "porque yo ya no tengo edad para que me den una hipoteca". Siempre ha vivido en las Casas Baratas, donde se trasladó en 1938, cuando tenía 17 años. Le dieron la vivienda a su madre porque era viuda de guerra. Eva se crió aquí, se casó y se quedó.

Como esta mujer, otros vecinos mayores tampoco han podido hacer frente a la compra de una casa nueva y han sido sus hijos o sus nietos quienes lo han hecho. Los inquilinos que quedan coinciden en que ahora viven en una situación de espera. Las casas están bien, porque las limpian, pero desde que saben que se marchan ya no han vuelto a hacer obras "y lo que se estropea, así se queda". Carmen asegura que ya no se viven allí como antes "estamos más tristes, la casas están que no parecen las mismas". Carmen no ha comprado uno de los pisos nuevos y aún no sabe dónde se irá cuando tiren su casa.

Victoria tiene 71 años. Vive aquí desde que tenía 2, cuando se trasladó con su madre, su abuela y su hermano de 11 meses. Su padre estaba en la guerra. Se marchó cuando se casó pero regresó para cuidar a su padre enfermo y se quedó. Está ilusionada con su nuevo piso, aunque todo se le vuelven dudas cuando piensa que tiene que pagar la luz, el agua, los demás gastos y la hipoteca con 800 euros.

Eduardo Cruz, de 68 años, es de los pocos que ha podido comprar, aunque se muestra desconfiado, "yo no creo que me coma el pavo en el nuevo piso", dice. Muchos de ellos no creen que el ayuntamiento les haya favorecido con esta operación, pues aunque los precios de los nuevos pisos están por debajo de su valor de mercado, su situación económica no es buena y no tenían otra opción si quieren seguir viviendo donde han estado siempre. Sea como sea "va a ser un cambio muy brusco de vida --dicen-- Aquí no cerrábamos las puertas nadie, pero en un bloque es distinto, los vecinos sólo se ven en el ascensor".