Ya no quedan tropas extremeñas en Líbano. El último de los cuatro grupos que formaban el núcleo del contingente español formado en torno a la Brigada Extremadura XI, volvió ayer en un vuelo de Air Europa, que tomó tierra a las 11.50 horas en la pista de Aterrizaje de la base de Talavera. Eran 138 componentes de Libre Hidalgo IV y con ellos llegó el jefe de la misión y de la brigada, el general Casimiro San Juan. En la plaza de armas de la base les esperaban desde las antes de las nueve de la mañana unas 300 personas, familiares que rompieron en vivas y en llantos de emoción ante la llegada de los militares.

"Para nosotros es un honor que haya venido tanta gente y venimos muy contentos porque no ha habido ningún incidente; volvemos todos sanos y salvos, que es lo importante. La misión se ha cumplido a la perfección y toda la gente ha desarrollado su trabajo a un nivel excelente". Esas fueron las primeras palabras que pronunció el general Sanjuán nada más bajar del avión, seguido por el resto de miembros de la brigada.

Aseguró que no han tenido problemas para desarrollar su labor, salvo "pequeños incidentes muy bien resueltos y ninguno serio", hasta su relevo por los legionarios de Almería, después de cuatro meses y medio de estancia en aquel país.

Su trabajo en Líbano ha sido "fundamentalmente, cumplir la Resolución de Naciones Unidades 1701, que son cuatro cosas fundamentales: mantener presencia, apoyar al Ejército de Líbano; evitar que haya elementos armados y armas ilegales".

Casimiro Sanjuán afirmó que "allí se nos valora y nos quieren por el trabajo que hacemos". Y consideró que la misión "ha sido diferente de otras en las que he participado con la OTAN en los Balcanes; esta resolución te da la misión perfectamente clara, todo patrulla y tener presencia".

En cuanto a la situación en el país, señaló que "ahora cierta intranquilidad por el asesinato en Damasco de un líder de Hezbolá; hubo luego unas declaraciones muy agresivas contra Israel y esto se interpreta como una vuelta a la situación del 2006, pero creo que no es para temer ningún acontecimiento muy grave".

Carlos Andrés bajó del autobús y enseguida se le acercaron sus tres hijas y su esposa, Laura Morala, quien manifestó que "la espera ha sido muy larga". El, emocionado, dijo estar "satisfecho de haber cumplido la misión y de volver todos sanos".

Patricia Carvajal esperaba a su hijo, Germán Ricardo. Había llegado desde Parla de madrugada para recogerlo y "ahora, después de tanta agonía, ha valido la pena", explicó a punto de llorar.