El cuerpo sin vida de un hombre de 44 años, procedente de Portugal, apareció ayer rodeado de plásticos y cartones bajo un árbol en la calle Dos de mayo de la barriada de San Roque, una vía peatonal muy transitada, cerca de la calle Toledo. El cadáver se encontraba arrodillado, como si la muerte le hubiese sobrevenido cuando iba a tenderse para dormir. Según los datos de la Policía Local, la identidad del fallecido respondía a las iniciales J.M.S.S. y era natural de la localidad portuguesa de Villanova de Galla.

El cuerpo fue encontrado hacia las 10.00 de la mañana, tras una noche de mucho frío y el médico del servicio de urgencias 112 certificó la muerte del hombre, que al parecer le sobrevino de manera natural, tal vez por un infarto, ya que a primera vista no presentaba ningún rastro de violencia. El cuerpo permaneció varias horas en la misma posición en que fue encontrado hasta que pudo ser trasladado, hacia las 13.00 horas, al hospital Infanta Cristina, una vez que acudieron el juez y el forense de guardia. En el centro hospitalario estaba previsto practicarle la autopsia a las 20.00 horas.

La Policía Local de la subinspección de San Roque no conocía su identidad, ni tampoco los vecinos que se arremolinaban en torno al área marcada por los agentes, por lo que este indigente no debía ser un habitual del barrio. Fue visto por primera vez la misma noche de su muerte.

POCOS LOCALIZADOS

Según estos agentes, en la barriada de San Roque no suele haber vagabundos por las calles. Tampoco en el resto de la ciudad. La Policía Local tiene localizados en la actualidad a poco más de una docena de indigentes, cifra que incluye a los aparcacoches. Pero según sus datos, ninguno de ellos pasa la noche en la vía pública, entre cartones. En la Policía Local recuerdan a un indigente que se resguardaba para dormir en el espacio reservado para el cajero automático en la calle Obispo, que ha desaparecido de la ciudad. También estaba Cadete Díaz, que dormía a la intemperie, pero fue ingresado en el hospital Psiquiátrico.

En estos momentos no se ven más indigentes, a excepción de los aparcacoches, que desaparecen de la calle cuando son encarcelados y vuelven a ejercer la misma actividad ilegal una vez que salen de prisión, de ahí que haya periodos en que parece que se han ido. Esta gente suele pasar la noche en casas deshabitadas, muchos en el Cerro de Reyes, en inmuebles que aún no han sido demolidos y algunos en sus propios domicilios.