Lo he escrito antes: me gustan los toros. Me eduqué en un ambiente taurino en el que más de uno hizo sus pinitos ante un cornúpeta. Quiero decir que, por ambiente, la tauromaquia era para mí algo natural, completado, después, con lecturas y otros adornos intelectuales. Pero, leyendo, leyendo -viviendo, viviendo- he llegado a la conclusión -eso es lo que tiene estudiar- de que, a pesar de la opinión de muchos intelectuales castizos y de mucho público, interesado en el espectáculo, el dinero o ambas cosas, los toros son una salvajada indigna de seguir practicándose en el siglo XXI. ¡Qué le voy a hacer! Ya sé el importante papel de la llamada «fiesta nacional» en la cultura española de los dos últimos siglos. Lo que ustedes quieran. No puede haber un festejo basado en el sufrimiento y en la muerte de un animal. Y, a veces, de una persona. Con esto me pongo al pie de los caballos. Lo asumo.

Dicho lo cual, me parece de una torpeza inaudita el asunto de la vaquilla de San José, organizada por la Asociación de Vecinos del Casco Antiguo de Badajoz. ¿Saben, además, defender los intereses de los vecinos? ¿Qué han hecho en el asunto del Campillo? ¿Dónde están en la defensa de los sufridores por el ruido de bares y otros locales, que también son vecinos? No parece razonable que, a estas alturas, organicen semejante evento. Y no entro en si la vaquilla sufre o no. Es que son esos festivales los que fomentan la afición a los toros. Los que maleducan a los jóvenes. Los que acostumbran a la violencia -y a la chulería- como modo de diversión y, luego, cuando llegan las fiestas del verano, a nadie sorprende que un toro adulto cornee o mate personas. ¿Para eso pedimos una educación mejor? ¿Y luego ponemos cara de compungidos cuando alguien muere por un motivo accidental cualquiera? Esos festejos son continuadores en tono menor, conscientes o no, de una tradición bárbara, llámenla rito o arte. Déjense de votación popular y de zarandajas y dejen de organizar eso en el futuro. Nada de explicaciones cínicas y de falsa democracia. Se acaba, y punto. La mala educación debe erradicarse de raíz. Dedíquense a algo más útil, aunque sólo sea por su nombre, que ya son mayorcitos. ¿O es eso?