Cuando las familias que viven en la calle Jorge Manrique, en el Cerro de Reyes, se asoman a sus puertas no ven asfalto, sino barro, pastos y basura. Los vecinos denuncian que hace 28 años --los mismos que hace que residen allí-- que esperan que se acondicione su calle mientras soportan que se forme un lodazal cada vez que llueve, que sus coches se queden atascados entre el barro y que el descampado frente a sus casas sirva de cobijo a bichos y como basurero improvisado.

"Todos los perros del barrio vienen a hacer sus necesidades a este descampado y a cualquiera que le sobra un mueble viene a tirarlo aquí", asegura Isaac Pérez, uno de los vecinos. Se queja de que la limpieza brilla por su ausencia y que han sido los propios propietarios los que han tenido que mejorar el acceso a sus casas construyendo rampas o escaleras.

Estas familias afirman que el ayuntamiento es consciente de sus quejas, pero lamentan que pasen los años y la situación no mejore. "Están asfaltando y arreglando bordillos en el barrio y en toda la ciudad con el Plan E, pero de nosotros no se acuerdan", reprocharon.

Fuentes municipales explicaron que el Plan General Municipal no permite construir un vial en ese tramo, ya que está contemplado como zona verde y que como tal se adecuará cuando haya disponibilidad presupuestaria.

El barro no es el único inconveniente. Faustina Tabares, otra de las vecinas, asegura que ni taxis ni ambulancias entran en su calle. También María del Pilar Rodríguez se quejó de la insalubridad que este entorno supone para los niños. "Nos tratan como si aquí vivieran animales y no personas", señaló con indignación. Además de denunciar que el descampado es un foco de ratas y garrapatas, los vecinos temen que si no se limpia haya algún incendio, "y nuestros coches están a solo unos metros", advirtieron.

Los vecinos de la calle Jorge Manrique también denuncian que a pocos metros de sus casas hay campamentos ilegales, cuyos inquilinos utilizan la explanada de enfrente de sus casas "para dejar allí a sus caballos".