Emilio Ruano creció en el Casco Antiguo de Badajoz y lleva 30 años viviendo en el mismo piso, en la calle Arias Montano número 1, que hace esquina con la calle San Juan, a la que da el balcón de su dormitorio, donde es imposible conciliar el sueño de jueves a domingo. En muchas ocasiones traslada el colchón a la cocina para poder pegar ojo y su hijo, que tiene que levantarse a las 6 de la mañana, a veces lo hace tras haber dormido apenas media hora.

Enfrente de sus balcones funciona un bar de copas y como en muchos otros rincones del entorno, varias noches a la semana se ambienta. La puerta del local está en muchas ocasiones abiertas, dejando escapar decibelios y el público se aglomera en la calle, bebiendo, hablando y a veces también cantando. Ahí no termina el suplicio, porque de madrugada, para tener limpio el centro histórico de todo lo que estas aglomeraciones esparcen a su alrededor, pasan la barredora y la limpiadora de la concesionaria del servicio de limpieza, emitiendo un ruido que de madrugada se hace insoportable.

A pesar de que es su barrio y lo siente como tal, Emilio hubiera querido trasladarse a otro "más tranquilo" y cita a San Roque como ejemplo. El problema es que no es capaz de vender su casa. Muchos ya lo han hecho en la calle San Juan, donde cada vez se encuentran más viviendas vacías, según aseguraba ayer Ignacio García, miembro de la Asociación contra el Ruido Espantaperros, que se acaba de crear a partir de la Plataforma por un Casco Antiguo Habitable, integrada por vecinos que denuncian los "importantes problemas" que está ocasionando en pocos años el aumento de ruidos nocturnos y la ocupación de calles y plazas, a pesar de que en el 2010 el Casco Antiguo fue declarado Zona Saturada de Ruidos, calificación que ha sido renovada porque la situación persiste.

Ignacio García vive en la plaza de la Soledad, y compareció ayer junto a Juan José Pérez González, vecino de la calle Virgen de la Soledad, Teresa Benítez en San Juan y Víctor Orts, también de la plaza de la Soledad. Estos vecinos se quejan del "hacinamiento de bares" fundamentalmente en el área que conforman estas calles. "No queremos ser un parque temático", aducen. No rechazan que el Casco Antiguo concentre muchas fiestas de la ciudad, como Los Palomos, Al-Mossassa, el Carnaval, Semana Santa, la Noche en Blanco y últimamente Contempopránea. Lo que quieren es defender su derecho "al descanso y la traquilidad", pues se incumple la Ley de Convivencia y Ocio, que prohíbe beber alcohol en la calle y la ordenanza de Policía Urbana. Por eso reclaman a las administraciones que tomen medidas para evitar los incumplimientos "y favorecer la vida y la rehabilitación del barrio más antiguo de nuestra ciudad", tanto como defienden su recuperación.