Hace unos días se cumplieron dos años del cierre del mercado de Santa Ana, en la plaza del mismo nombre, conocida popularmente como ´plaza chica´, y desde entonces los vecinos siguen sin saber qué pasará con este edificio emblemático, obra del arquitecto municipal Rodolfo Martínez que se inauguró en 1940. Lo que sí tienen seguro es una cosa: que el deterioro es progresivo y que esto les afecta a ellos directamente, no sólo por los malos olores, las ratas o por el temor a que algún cascote caiga sobre sus coches o sus cabezas, sino por "el aspecto lamentable que da a la zona. Viene gente por la noche que no es de aquí y tienen miedo a entrar", según Tomás Cardoso, propietario del bar Sama.

Entre los vecinos hay opiniones divididas, unos desean que el edificio se rehabilite, ya que consideran que es un referente del casco histórico, y que se le dé un uso "que atraiga a mucha gente", según Patricia Gutiérrez, una joven vecina de calle Santa Lucía, mientras que otros creen que lo mejor sería tirarlo y acabar de golpe con el problema.

En lo que están todos de acuerdo es en que se busque cuanto antes una solución, "porque como no lo arreglen ahora luego será demasiado tarde, ya que cuanto más tiempo pase más costosa será la rehabilitación", comenta Patricia.

LOS OLVIDADOS Sede del futuro Espacio para la Creación Joven de la Junta de Extremadura , mercado de artesanía o guardería para el casco antiguo, han sido algunas de las propuestas que se han planteado para el viejo mercado. La última es la de la Asociación de Vecinos del Casco Antiguo, que desea convertirlo en un centro cívico, con despachos para asociaciones y un bar. "Hemos oido tantas cosas que no nos creemos nada, lo que queremos es que se arregle", según Tomás Cardoso.

"Han rehabilitado la mayor parte de los edificios del casco antiguo y nosotros somos los olvidados", lamentó Vitoria Teodoro, quien aseguró que el inmueble es utilizado por las noches como refugio de indigentes y prostitutas, por lo que ha habido que avisar a la policía.

Ante la lentitud municipal, por dar una respuesta al problema, hay algunos vecinos que han mostrado sus quejas por escrito y ahora están planteando unirse para preparar movilizaciones. "Un vecino llamó al programa Caiga quien caiga para mostrar cómo tienen esto".

Otra de las quejas es que "la situación del edificio resta posibilidades a una zona que podría estar en auge", como declara Alvaro Herrero, un nuevo vecino que acaba de construir su vivienda en la calle Joaquín Sama. La vista desde su balcón "es penosa", según dice, ya que a escasos metros tiene el viejo mercado, "un edificio que desde el punto de vista sanitario incumple todo". Por ello cree que lo mejor sería derribarlo. "He pedido por e-mail las propuestas a los distintos grupos municipales y ninguno tiene nada claro", señaló.