Desde que en enero del 2006 se inaugurase el parque de La Viña, este espacio de 7.500 metros cuadrados que une las barriadas de La Uva, el Gurugú y el Progreso, junto a la viviendas que construyó la Inmobiliaria Municipal, y que se diseñó sin escatimar esfuerzos por el ayuntamiento, ha sido continuamente pasto de los vándalos. Tanto que el ayuntamiento llegó a valorar los daños en 300.000 euros. Ahora está siendo rehabilitado gracias al fondo de inversión local y para evitar que vuelva a ocurrir, los vecinos reclaman al consistorio que ponga remedio antes de que suceda lo inevitable y dote de vigilancia al parque.

La disposición del equipo de gobierno no parece muy favorable. El alcalde de Badajoz, Miguel Celdrán, afirmó hace unas semanas, durante la inauguración de la nueva zona de juegos de la plaza de los Alféreces, que el ayuntamiento no rehabilitará más el parque de La Viña tras haber comprobado repetidamente que aunque los destrozos se reparan, al poco tiempo se vuelven a cometer actos vandálicos.

En la asociación de vecinos del Gurugú no entienden la postura de Celdrán. Su presidente, Ricardo Cabezas, se queja de que el ayuntamiento, después de que el parque fuese inaugurado, no volvió a invertir nada en este enclave, que tenía abandonado a su suerte. "Ahora es cuando lo están arreglando", señala Cabezas, quien no puede comprender que el alcalde deje este espacio al cuidado de los vecinos, mientras que no hace lo mismo cuando visita otros parques. "Que diga también eso en Castelar o en Las Vaguadas" dice y reclama que en La Viña haya un guarda, como lo hay en otros espacios verdes de la ciudad. "No entiendo que hagan una inversión tan importante y después la dejan al pairo", recalca Cabezas.

Explica, por ejemplo, que no es verdad que las farolas volvieran a ser destrozadas al poco tiempo de ser repuestas, sino que estaban rotas desde que se pusieron. En este sentido, se muestra de acuerdo con el nuevo modelo de iluminación que están colocando, pues antes eran farolas bajas que se alcanzaban fácilmente y ahora han poniendo focos a más altura. "Las que había antes era como ponerles --a los vándalos-- el caramelo en la boca".

Pero es que además, el presidente vecinal señala que la suciedad existente en el entorno del parque no invita a que sea respetado. Apunta que detrás de la iglesia está totalmente abandonado, hay matojos y es un auténtico vertedero, por el que hay que pasar para entrar en el parque. Cabezas entiende que limpiar esta zona hubiera costado muy poco y añade que no solo este rincón está sucio, sino que habría que limpiar todos los alrededores.

Desde la asociación vecinal manifiestan que no es deber de los vecinos cuidar del parque, que es un espacio público, sino que tiene que haber presencia física policial, "pues las administraciones son las responsables de cuidarlo". Lo único que pueden organizar ellos son campañas de concienciación, "pero hasta ahí llegamos". Así, la asociación ya tiene pensado poner en marcha una campaña con los niños para colocar tablillas con mensajes de sensibilización.

Ricardo Cabezas reconoce que el parque de la Viña es un espacio con muchas posibilidades que, de estar bien cuidado, puede ser muy disfrutado por las familias del entorno. Pero es escéptico y se teme que si se vuelve a dejar sin vigilancia, la historia se repetirá.