Los vecinos de la calle San Juan han visto cómo en poco más de seis meses los locales que habían ocupado durante años pequeños y tradicionales comercios se convertían en bares de copas.

Casi al mismo tiempo, y a escasos metros de distancia, abrieron el pasado otoño el Blues Center y La Plaza. Entre los dos abrirá en breve otro establecimiento de este tipo y un poco más arriba, frente a la iglesia de La Concepción, están terminando la obra de lo que será otro bar. Los residentes dicen que la antigua tienda Rivoli se reformará para convertirse en un restaurante.

Esta proliferación de establecimientos hosteleros no es algo exclusivo de la calle San Juan, sino que se hace extensiva a otros puntos del casco antiguo, donde en un año se han abierto una docena de bares nuevos, la mayor parte con gran éxito de público. En la calle La Soledad, poco más abajo del Samarkanda, se instalará un mesón.

Las consecuencias de esta expansión no ha tardado en llegar. Varios del casco antiguo, en su mayoría de la calle San Juan, se quejan de las molestias que esta actividad, según dicen, les causa, tanto por los ruidos como por la suciedad que genera la aglomeración de gente que llega al casco antiguo atraída por los nuevos bares.

Algunos se han puesto en contacto con Teresa Lechón, administradora de una de las comunidades de propietarios, para trasladarle sus quejas y buscar una solución.

"Vamos a dirigir un escrito al ayuntamiento para que tome medidas y controle la suciedad y los ruidos, que impiden el descanso de muchos vecinos", según Teresa Lechón, quien considera que el consistorio "debería hacer verificaciones y controles de ruidos por equipos de música y de aire acondicionado, pero no sólo dentro de los locales, sino también fuera, donde hay aglomeraciones de gente".

SENTENCIAS Aunque los establecimientos cumplan con la normativa y los hosteleros no sean responsables directos de las molestias, "hay sentencias en este sentido que han demostrado que si no hubieran estado los locales no se tomaría la última copa en la calle, no habría actividad ni ruidos a determinadas horas de la madrugada ni se dejarían vasos y pipís en los portales", señaló.

Muchos residentes, según Lechón, optaron por venirse a vivir a esta zona por lo tranquila que era, "y ahora, de la noche a la mañana, no pueden descansar. Ellos creen, explicó, que era necesaria la recuperación del casco antiguo, "pero no solamente con las copas, también hace falta que se provea la zona de servicios".

En el edificio situado frente a los dos nuevos pubs abiertos en la calle de San Juan, "una vecina ha tenido que hacer un desembolso, que no tenía que haber hecho, para poner un triple acristalamiento por el ruido". Teresa Lechón pide que se controle la situación, "porque si no cuando se quiera hacer algo puede ser demasiado tarde, como ha ocurrido en la Urbanización Guadiana, que ha sido declarada zona saturada de ruidos, pero las medidas se ha tomado demasiado tarde".

LLEGAR EN COCHE Otra de las quejas de los vecinos que viven en esta zona, hace referencia a la dificultad con lo que se encuentran para acceder a la calle San Juan y otras peatonales, tras la prohibición de estacionar o parar el vehículo en la plaza de España, por lo que reivindican la creación de una tarjeta de residente, que les permita "la carga y la descarga, y puedan llevar la compra hasta sus casas.".

Lechón recordó que además de jóvenes, en la zona viven muchas personas mayores, "que también están preocupadas por la situación, y que están más desprotegidos porque ocupan viviendas antiguas donde no está constituida la comunidad de propietarios".

EL COMERCIO, A FAVOR Sin embargo, para los comerciantes de la zona, la proliferación de este tipo de negocios ha sido algo positivo. Josefina Real, de Casa Espada, considera que "los pubs no molestan, están insonorizados, y dan ambiente. Si no fuera por La Casona no subiría tanta gente a la plaza Alta, por mucho que rehabiliten edificios", comentó esta empresaria y vecina de la calle San Juan. "Debajo de mi casa van a abrir un bar nuevo, y a mí no me preocupa".

Lo mismo opina Lola, que regenta una conocida tienda de telas en esta calle. "A mí no me molestan los bares, los prefiero a los drogatas que hemos estado soportando durante años".

Lola afirma que su casa linda con el pub La Plaza "y escucho la música, pero no me molesta, lo que me molesta es que la gente tengan locales cerrados sin limpiarlos ni adecentarlos".

El presidente de la Asociación de Empresarios del Casco Antiguo de Badajoz (Aecab), Jacinto Mendoza, aseguró que la hostelería está aportando bastante a la zona, "es beneficioso porque atraen a más gente", aunque reconoció que "puede que estemos empezando a saturar la zona con este tipo de negocios, aunque en el caso antiguo sólo representan un 30%, lo que pasa es que en muy corto plazo de tiempo han abierto varios".

En su opinión, la apertura de establecimientos hosteleros "da cierta sensación de seguridad, porque se ve a mucha gente, aunque vigilamos para que esto no se vaya de las manos y se pase de la recuperación al caos".

Los hosteleros que se han implantado en el casco antiguo sienten que con su presencia colaboran en la rehabilitación de esta zona, como indica José Carmona, encargado del café concierto Blues Center. Según señaló, "hemos conseguido que la calle San Juan vuelva a tener tránsito, en lo que también colabora la Aecab, con iniciativas como el rastrillo de los sábados, la feria de la tapa y la ruta del puchero".

Carmona explicó que "intentamos que se mantenga la convivencia y se respete el descanso de los vecinos". Para ello, este negocio cuenta con un portero, "para evitar que la gente dé portazos cuando salga y se quede hablando en la puerta".

Cree que, al final, los vecinos se acostumbrarán a estos establecimientos, "como ya ocurrió en la Urbanización Guadiana o en Valdepasillas". Además, Carmona adelantó que hay más interesados en instalarse en el casco antiguo.