Los vecinos del casco antiguo son testigos del paulatino deterioro que sufre el convento de San José, gestionado por las hermanas adoratrices desde principios del siglo XX. Sus paredes, el ático y el atrio de la capilla se desmoronan día a día en pleno corazón del casco antiguo, en la plaza del mismo nombre.

Esta situación ha provocado que algunos vecinos se acerquen hasta las hermanas adoratrices para preguntarles dónde deben ir a reclamar y a solicitar que se repare este edificio singular, dedicado desde sus orígenes "a la formación y educación la juventud femenina, tal y como lo concibió el obispo Alfonso Pérez Muñoz en 1917", según explica la madre superiora del convento, Pilar Olivera.

La Asociación de Vecinos del Casco Antiguo ya se ha hecho eco de las demandas y ha previsto mantener una serie de reuniones con representantes del arzobispado y de otras instituciones, como la Junta de Extremadura y el Gobierno central, para solicitar que habiliten una serie de partidas presupuestarias para rehabilitar este convento, según declaró a EL PERIODICO el presidente de esta asociación, Juan Pedro Plaza.

Según señaló, "éste es un edificio emblemático para el casco antiguo y un monumento más de la ciudad, que no debemos dejar que se pierda, por eso queremos buscar la implicación de todas las administraciones".

ESPERANZAS Desde el convento también se han formulado peticiones a diversas entidades, desde al arzobispado hasta las cajas de ahorros extremeñas, "y nos han dado esperanzas pero las ayudas nunca llegan", según recuerda Pilar Olivera.

El atrio de la capilla está prácticamente caído, también se encuentra en muy mal estado la fachada. La madre superiora recuerda que hace poco hubo que derribar parte de una cornisa de la fachada principal "porque estaba desprendida y suponía un peligro para los viandantes, y en otra ocasión se cayó un ventanal de cristal y hierro que daba a la calle".

El estado en que se encuentra el edificio "se ve desde fuera", según señaló.

El ayuntamiento se comprometió a arreglar el ático una vez concluya la rehabilitación de las casas mudéjares, ubicadas en la misma plaza. Pero restaurar sólo una parte no es suficiente para frenar el grave deterioro que sufre el edificio en su conjunto, según Pilar Olivera.

Las cubiertas fueron restauradas hace siete años con fondos de la iniciativa comunitaria Urban y de la congregación, "y tampoco fue suficiente".