Los grandes desconocidos de la historia de Batalyús son los almorávides. Esos africanos de muy al sur del actual Marruecos. Surgidos de un intento, otro más, de renovar el islam y conocidos como "los velados", por taparse la cara con el extremo del turbante. Eran "imaziguen" --beréberes-- y crearon, entre finales del XI y mediados del XII, un gran imperio. Del Sahara al Tajo. Su emir, Yusuf b. Tashufin, que no fue el primero, pero sí el más importante, se decidió a desembarcar en al-Andalus. El pretexto fue la llamada de los sultanes taifas, pero hubiera ocurrido de cualquier modo. La ideología almorávide era muy expansiva y los taifas demasiado ricos y débiles. Y carecían de legitimidad jurídica. No pertenecían a la tribu de Quraish, la del Profeta. Y, por entonces, eso era condición necesaria. De hecho, Yusuf recurrió al subterfugio de pedir permiso al califa abbasí de Bagdad, quien representaba la legitimidad, pero carecía de poder político efectivo.

A Batalyús los norteafricanos llegaron mal y salieron peor. Y, en apariencia, no construyeron nada. Seguramente destruyeron. El muro del Arrabal Oriental --ese que los camiones de la obra de la Alcazaba están convirtiendo en una pista-- parecen haberlo tumbado ellos y reconstruido los almohades. En un principio se los acogió bien, porque bajaron los impuestos, pero, al decir de la propaganda de sus enemigos, se volvieron arrogantes, perdieron la austeridad primitiva y la población los despreció. Lo cierto es que la pugna entre un grupo y otro --almorávides y almohades-- tenía una justificación religiosa, pero, en lo profundo, era una de las tantas querellas entre confederaciones tribales africanas, frecuentes en el llamado por los árabes Occidente Lejano.

Hay discusión entre especialistas sobre la existencia de edificios oficiales debidos por entero a los velados. Badajoz no es, en eso, una excepción. De no haberlos --excepciones siempre pueden encontrarse-- podría achacarse a varias causas. Pero, en lo económico, no hay duda de que los apenas cincuenta años del gobierno de los africanos supusieron una de las épocas de mayor prosperidad y estabilidad vividas por al-Andalus. No hay más que apreciar la calidad de sus dinares o monedas de oro. Todavía nos falta mucho por saber.