TEtl verano en Badajoz es una estación soporífera, contundente, aburrida y excesivamente larga. Se me ocurren, al menos, 20 razones para odiarlo.

1. Porque ha parido la llamada operación biquini frente a espejos rotos. 2. Porque todo el mundo te para por la calle para preguntarte cuándo coges las vacaciones. 3. Porque si dices que no te vas de vacaciones te miran como a un bicho raro, suponen que no tienes dinero, que eres un adicto al trabajo, un roñoso o, sencillamente, alguien que no sabe divertirse. 4. Porque las vacaciones tienen fecha de caducidad que la impone el banco. 5. Porque las vacaciones son un invento del gran capital para someter a las clases medias. 6. Porque el regreso de vacaciones es siempre traumático. 7. Porque en la playa uno sólo puede quemarse donde se queman los tontos (tobillos, empeine, axilas, ingles), tener arena en cada rincón de su cuerpo y picaduras de mosquitos como camiones. 8. Porque los helados engordan y jamás refrescan. 9. Porque beber granizadas es la manera más tonta de comer hielo dulce. 10. Porque las piscinas son territorio comanche. 11. Porque el maldito cambio climático ha metido el verano en otoño, el invierno en primavera y la primavera en los poemas. 12. Porque las noticias son siempre sobre incendios, pateras, crímenes horribles, playas atestadas de gente en crisis, festivales de teatro, fiestas patronales y un millón de barbaridades más que al personal sólo se le ocurre en verano. 13. Porque las terrazas son un hervidero. 14. Porque vuelve el fútbol que nunca se fue. 15. Porque pintar la casa o hacer limpieza general en agosto es de antiguos. 16. Porque muchos quieren leer lo que no leen nunca. 17. Porque es una leyenda urbana que se ligue más. 18. Porque ya no hay cines de verano. 19. Porque los grandes almacenes reservan libros de textos para el cole desde principios de julio.

Y 20. Porque la calle está invadida de estridentes tubos de escape, efluvios de alcantarilla, botellones en cualquier esquina, sombras a la deriva, escotes sin respiración, camisetas sudadas, macarras de discoteca en coches con las ventanillas bajadas, pringue en las aceras, promesas inciertas y veladores hasta en la sopa.