La romería de Nuestra Señora de Bótoa volvió a congregar un año más en el entorno de la ermita a miles de pacenses y portugueses, muchos de ellos desde la tarde del sábado, hasta el anochecer del domingo. El hermano mayor de la Hermandad de Nuestra Señora de Bótoa, Fernando Sánchez Cuadrado, calculó que habría entre 40.000 y 50.000 personas.

Aunque el tráfico tanto a la salida como a la entrada de la finca fue bastante fluido, hubo leves retenciones al mediodía de ayer, justo cuando entraba más gente, pero estuvo ordenado en todo momento por la Guardia Civil, que confirmó la ausencia de incidentes dignos de mención.

Durante las dos jornadas, salvo un detenido por una pelea, algún herido por caída y desvanecimientos tal vez ocasionados por las inesperadas altas temperaturas, no hubo que lamentar otros casos. Sin embargo, sí había gente que se quejaba de la ausencia de medios de vigilancia. Fernando Sánchez Cuadrado explicó que la Cruz Roja no monta sus puestos de auxilio en la romería, porque la hermandad no tiene dinero suficiente para pagar este servicio y lo suple con vigilantes de seguridad, que les cuestan más baratos. Sí estuvo en algún momento Protección Civil y el servicio de urgencia 112, cuando fue requerido.

PROCESION

Se acercaba la una del mediodía cuando la Virgen dejaba su ermita, tras la misa mayor, para salir en procesión hasta la encina. Una encina que, curiosamente, no es aquella a la que se le atribuye el milagro de las bellotas que nacen marcadas con el dibujo del manto de la Virgen, pues el árbol de la aparición de la imagen se encuentra en una finca privada. Durante la procesión la Pastora se lleva hasta otra encina, también centenaria, más próxima a la ermita.

Tras el recorrido, al que asistieron autoridades civiles y militares (entre ellas el alcalde de Badajoz, Miguel Celdrán, y varios de sus concejales) tuvo lugar la subasta del ramo y el rosario de la Virgen. Casualmente, ambos fueron a parar a manos del exdiputado popular Luis Ramallo, que estuvo empeñado en quedarse con ambos dones por el simbólico precio de 600 euros (el rosario) y 1.000 euros (el ramo). Esta vez no se los pudo llevar el alcalde de Valdebótoa, como ha hecho otros años.

Al otro lado de la carretera permanecían abiertas 18 casetas, junto a las atracciones infantiles y muchos tenderetes, incluido uno de venta de calzado. Fernando Sánchez comentó que la hermandad no puede impedir que todas estas instalaciones, más propias de una feria, se coloquen, ya que la Cañada de Sancha Brava es un terreno público.

Este año la verja de la finca fue abierta sin problemas, porque así lo ha dictado el juez, aunque la hermandad tuvo que llamar a un herrero para ampliar la entrada. Con el arrendatario que explota el terreno tampoco ha habido dificultades, "porque además es amigo", dijo.