El alcalde pacense, Miguel Celdrán, impuso la mañana de ayer la medalla de la ciudad a la Virgen de Bótoa, patrona de los campos y copatrona de Badajoz, antes de despedirla, bajo el arco de Puerta de Palmas, camino de su ermita, tras pasar una semana en la ciudad, a donde no acudía desde hacía 49 años, debido a que desde entonces, las sequías ya nunca fueron como las que hacían a los agricultores traerla en procesión.

Un grupo de personas se reunió en dicho lugar, en una ceremonia para despedir o acompañar a la Virgen en su camino de vuelta a la ermita, después de haber pasado las iglesias de San Fernando, San Agustín y la catedral, desde donde fue en procesión hasta la puerta de Palmas, donde el alcalde le impuso la medalla de la ciudad y devolvió a la hermandad tres monedas de plata de curso legal, por importe de 36 euros, el equivalente a los tres duros que se cobró, como fidelato, por la entrada ed la Virgen a Badajoz en 1931.

Tanto el párroco de Bótoa como el presidente plantearon esa devolución como un acto de desagravio que el alcalde efectuó "en nombre de toda la ciudad", porque, dijo "es un tributo injusto, desproporcionado e inadecuado", aunque, añadió, "como no hay pacense desalmado, a saber las circunstancias en que se hizo". A cambio, la hermandad le hizo hermano de honor allí mismo.

El acto de despedida comenzó con un tumulto de rezos con el rosario en mano para dirigirse después los portadores y acompañantes hacia el puente de Palmas. El alcalde manifestó luego su satisfacción por dichos actos y "porque ocupo la mejor posición para los próximos cuatro años", dijo satisfecho.