"Si volviera a coger una moto --que por cierto, me encantaría-- lo haría con mucho más cuidado", reconocía ayer Miguel Miranda, un joven de 23 años que hace seis sufrió un grave accidente de tráfico cuando circulaba en su moto a excesiva velocidad por la carretera de Valdebótoa. Era de noche y se encontró de frente con un remolque. Sólo llevaba cinco meses conduciendo su ciclomotor Aprilia de 49 centímetros cúbicos.

Afortunadamente llevaba puesto un casco integral, pero el impacto fue tan grande que se le partió. "La verdad es que no respetó los límites nunca, iba siempre a la velocidad máxima, y menos mal que llevaba el casco, si no aquí no estaba". Miguel estuvo un mes en la UCI, entre la vida y la muerte y otros seis meses en el centro de paraplegias de Toledo. "Me dijeron que era una lesión medular permanente, es decir, para toda la vida". Era la primera vez que escuchaba hablar de semejante problema. Desde entonces va en silla de ruedas.

Ahora Miguel ha comprobado que quienes lo rodean, sus amigos, quienes lo conocen, saben su historia y la viven, intentan circular con más cuidado por la carretera, "y se mira más todo". Participa en la campaña de concienciación "para decirle a la gente que no corra y tenga más cuidado".