TEtl botellón se ha convertido en un fenómeno social que aún está por investigar. Ni los más ávidos sociólogos podían imaginar que aquella moda de beber en la calle que comenzó tímidamente en los años 80, fuera a perdurar casi treinta años después, convirtiéndose en toda una cultura juvenil que cada vez consigue más adeptos.

En sí mismo el botellón, entendido como la reunión de jóvenes en la calle para, principalmente, tomar unas copas, charlar y escuchar música, no es pernicioso. El problema se produce cuando esas concentraciones se cuentan por miles y en lugares que no reúnen los requisitos necesarios.

En Badajoz el botellón sigue dando tumbos de un lado para otro sin encontrar el lugar adecuado. Tanto es así que el ayuntamiento busca estos días una nueva ubicación, y en lo único que parece estar todo el mundo de acuerdo es que debe autorizarse en un lugar donde no moleste a los vecinos.

Pero tampoco puede estar muy alejado de la ciudad. El binomio alcohol y coches no es compatible. Porque nadie creerá que los jóvenes que van al botellón, van a subir a un autobús urbano, cargados con las bolsas de JB y el mp3. ¿Y los maleteros? Los coches no sólo les sirven de despensa, además le proporcionan la música que les gusta y delimita el espacio de cada grupo.

Por tanto buscar el lugar idóneo para el botellón en Badajoz no es una tarea fácil, aunque sería muy simplista enfocar así un fenómeno social de esta magnitud. No se trata tan solo de buscar un sitio y dotarlo de infraestructuras, sino de conocer más a los jóvenes que acuden al botellón y abordarlo de manera integral. No sería mala idea crear algún tipo de órgano en materia de juventud en el que estén representadas todas las partes y que sirva de asesoramiento en esta materia. O realizar algún estudio en profundidad sobre los hábitos de ocio nocturno de los jóvenes pacenses. El camino para encontrar una solución al botellón no es fácil y ayuntamiento no debería recorrerlo en solitario.