La pequeña zapatería situada en la calle Guardia Civil, esquina con Santo Domingo, regentada por Jorge será derribada en breve para ensanchar la calzada. Con sus muros caerán 20 años de historia entre tacones, cuero, zapatos, clavos y demás enseres del oficio de zapatero que se han ido acumulando en ese pequeño espacio, para muchos pacenses, tan familiar y conocido.

"Me da mucha pena dejar esto. Es igual que un matrimonio, cuando se rompe da pena, es lo que me pasa a mí". Jorge lleva en Badajoz 32 años y en ese tiempo a hecho de todo: desde vigilante en una empresa a Rey Mago en las cabalgatas de Navidad.

Desde que instaló la zapatería en una antigua frutería no le han faltado clientes. "No me quejo ni de salud, ni de trabajo, ni de clientela", asegura Jorge. El nuevo local, situado en la calle Gómez Solís, seguirá ofreciendo los mismos servicios de remiendo de calzado y copia de llaves, incluso tendrá como inquilina a una vieja máquina de arreglos que, con más de dos décadas de antigüedad, inauguró la zapatería.

ACUERDO

El ayuntamiento ha hecho una oferta a Jorge por la expropiación; ambos llegaron a un acuerdo y hoy, el zapatero está conforme. Para él, esto son "cosas de la vida".

Una vida nada fácil ya que con nueve años emigró de su país, Guinea-Bissau, y se dirigió junto a su hermana a Portugal. Una vez allí empezó a estudiar pero tenían que ganarse el pan por encima de todo y unos años después, buscándose de nuevo la vida, llegó a la capital pacense siguiendo un refrán que repite constantemente: "Mientras hay vida, hay esperanza" y con este optimismo logró hacer amigos y consolidar en Badajoz su futuro.