En el bar Mi Luz todo es ajetreo. Acaba de llegar la tarta. En ella se lee un Felicidades hecho con chantillí. De la floristería han enviado un ramo con flores azules y amarillas. Sobre la mesa del salón, adornada con manteles y lazos blancos, cuelgan globos de colores. Luisa Fernanda, ajena al abrir y cerrar de puertas, da los últimos retoques a los bucles de su pelo para la sesión de fotos. Ha cumplido 15 años y hoy celebra la Fiesta de las 15 Primaveras , una tradición proveniente de las culturas precolombinas y que aún se conserva en lugares como México, Honduras o Colombia, país éste último donde Luisa Fernanda nació.

Tantos kilómetros de distancia no han impedido que la familia haga realidad el sueño de cualquier joven colombiana de su edad: celebrar con la puesta de largo su paso de niña a mujer. Dicen que la vida no cambia mucho tras el festejo. Algunos padres dan a sus hijas un poco más de libertad, las dejan depilarse las cejas, tener novio o llevar zapatos de tacón alto. Pero Luisa Fernanda prefiere disfrutar el momento más como una fiesta de cumpleaños que como un acontecimiento extraordinario capaz de cambiar su vida. "No tengo novio, no me gusta ningún chico. En mi país a algunas jóvenes les regalan una operación de cirugía plástica cuando cumplen los 15 pero yo no quiero nada de eso, se te va dañando el cuerpo", confiesa mientras pellizca un trozo de almendra de la tarta que se lleva a la boca.

La hija de Luz Alba Sevilla

La joven es la única hija de Luz Alba Sevilla, una mujer que tiene otros tres hijos varones. Para esta mamá hoy es un día muy especial. Sonríe discretamente mientras observa a su hija, pero la suya es la historia de una sonrisa de mirada triste. "Cali es muy bonita. Lo tiene todo: el frío, el calor... ¿sabe que Santa Marta es muy tropical?". Entonces se levanta y deja la mesa. "Habrá ido a la cocina a ver cómo van los pinchos", aclara Luisa Fernanda al ver marchar a su madre.

Pasados varios minutos Luz Alba Sevilla vuelve al salón. Se sienta y antes de continuar su relato comienza a llorar. "Yo era madre comunitaria". ¿Madre comunitaria?. "Sí, es lo que aquí en España llaman ustedes guarderías subvencionadas. Cuidaba de niños de 1 a 5 años y Bienestar Social se encargaba de todo". Pasaron siete años pero las cosas no iban bien en Cali: "Ganaba 30 euros". Tras escuchar la cifra se hace un silencio. Luz Alba Sevilla seca sus lágrimas.

El viaje a la tierra prometida llegó por teléfono. Una prima suya que estaba en Londres tenía una hermana que vivía en Cáceres. Ella la ayudó. El 26 de noviembre del 2001 Luz Alba Sevilla ya estaba en la ciudad. Sus cuatro hijos, en Colombia. Separarse de los niños fue desgarrador. "Mis hijos se quedaron primero con una tía mía, luego los tenía su padre. Aquí empecé a trabajar en casas, de empleada de hogar, y también con personas mayores", recuerda.

En Cáceres Luz Alba Sevilla salía con sus amigas. Un día conoció a un cacereño, Miguel. "Estuvimos saliendo un tiempo y en octubre nos hicimos novios". Hace tres años Miguel compró un bar de la avenida de la Constitución, en Aldea Moret. Le puso el nombre de su chica: Bar Mi Luz. "El Mi es por Miguel, el Luz es por mí", aclara orgullosa.

Con el dinero que ganaba, la mujer logró traer a sus cuatro hijos el año pasado. "Primero la niña, el mayor (que tiene 23 años), y luego los dos pequeños en agosto. Nos va bien, estamos contentos". Luisa Fernanda acaricia el hombro de su madre y asiente: "Somos felices... juntitos".

La fiesta de los 15 de Luz Alba Sevilla fue en Cali. "Vivíamos en una finca, hicimos una comida. Llevaba un vestido rosa". Luisa Fernanda vuelve a repetir la tradición, esta vez en España. Madre e hija coinciden en el color: ella también ha escogido el rosa.

Ivonne, uruguaya, modista, amiga de la familia, ha sido la encargada de vestir el sueño de la joven. "Erguida, mi amor, erguida", le susurra mientras da los últimos retoques al vestido el día de la prueba: "Tiene cuatro metros de seda cristal, cuatro metros de crepé, flores y el cancán. Le hice varios bocetos y eligió este, el de Cenicienta", explica Ivonne.

Miguel abandona la barra. Luz Alba Sevilla le arregla la camisa. "Tú en medio", le dice el hombre con cariño a Luisa Fernanda. Los tres ríen. "¡Está guapa, eh!", añade mientras el fotógrafo inmortaliza el momento.

Hoy será la fiesta. "En Colombia, siete chicos y siete chicas, todos amigos de la homenajeada, acuden con cintas y rosas, y ponen un globo lleno de pétalos. Aquí vendrán amigos nuestros, nos reuniremos en el bar sobre las doce de la noche", cuenta la madre. Aunque Luisa Fernanda no estará en Colombia, sí estará en Cáceres. Y en esta ciudad bailará el vals y en un cojín le llevarán los zapatos de tacón que ya podrá lucir. "Linda", concluye Ivonne.

Llega la hora de las cañas y Luz Alba Sevilla ultima el aperitivo que debe servir a la clientela. Después tiene que ir a la oficina de Correos a recoger un paquete que el padre de Luisa Fernanda ha enviado a su hija desde Colombia: "Es un gallardete y una cinta donde lleva grabados su nombre y su fecha de nacimiento".

"Estudio en el Paideuterion. ¿Que qué quiero ser de mayor? Veterinaria. Los animales me gustan ¡¡¡demasiado!!!!". Luisa Fernanda muestra sus zapatos blancos. El tiempo apremia. Pronto darán las doce.