Más de 3.000 personas, según fuentes militares, arroparon ayer a los 243 soldados --229 hombres y 14 mujeres-- del Centro de Instrucción y Movilización (Cimov) que juraron bandera en la plaza Mayor. Este ha sido uno de los actos centrales que el cuartel cacereño ha organizado para conmemorar sus 40 años de presencia la ciudad. "Cáceres siente suyo al Cimov, como el Cimov siente suyo a Cáceres", afirmó en su discurso el coronel jefe de la Base de Santa Ana, Antonio Domínguez Valor, para destacar los estrechos vínculos que unen a los cacereños y a este acuartelamiento.

Por segunda vez en la historia, la plaza Mayor acogía la jura de la enseña nacional --la primera vez fue a principios del siglo XX-- y para la ocasión se utilizó la bandera que donó el ayuntamiento al acuartelamiento en octubre de 1992. Los soldados estaban agrupados en dos compañías al mando del comandante de Infantería Vicente Roselló.

El acto estuvo presidido por el general jefe interino de la Región Militar Centro, Luis Javier Sánchez Noailles, quien estuvo acompañado, el alcalde en funciones, Andrés Nevado, y otras autoridades civiles y militares.

Las primeras palabras de Domínguez Valor fueron para el alcalde de la ciudad, José María Saponi, que no asistió al acto por estar convaleciente de su reciente operación de miastenia, al que deseó una pronta recuperación y agradeció "su apoyo constante e incondicional, junto con el de todo el pueblo de Cáceres".

SERVICIO Y RESPONSABILIDAD El coronel jefe del Cimov mostró su orgullo por ostentar la Medalla de Oro de la ciudad y por "estar presente en todas las facetas de su vida diaria, tanto culturalmente, con nuestro aula de cultura militar, como prestando todos aquellos apoyos y colaboraciones que se nos solicitan y a los que gustosamente respondemos con total entrega".

A los soldados, Domínguez Valor les recordó que la profesión que habían elegido "es una entrega constante" y que su actuación debe estar presidida por "el servicio a los demás y la responsabilidad".

Tras el discurso, María Teresa Torres Bravo, la madre de uno de los jurantes, recogió un ramo de flores en representación de todas las familias de los soldados y se rindió un homenaje a los caídos. El acto finalizó con un desfile por la Gran Vía, la plaza Mayor y General Ezponda.

Fuentes militares manifestaron tras el acto su satisfacción por la multitudinaria respuesta del pueblo de Cáceres, "que se ha volcado". Hasta la ciudad también se trasladaron numerosos familiares de los soldados desde distintos puntos de la geografía española como Cataluña, Galicia o Andalucía.

Es el caso de Elena Martínez y su familia que habían venido desde Almería. Su hijo, Sergio Oliva, era uno de los soldados que ayer juraron bandera y no ocultaban su "emoción" y "nerviosismo" al verlo desfilar.

También Soraya Guardeño se había desplazado desde Barcelona para acompañar a su cuñado, Juan Fernández, el día de su jura de bandera. "Yo he llorado", reconocía. Todos los familiares mostraban su satisfacción porque el acto se hubiese celebrado en un "precioso enclave", como es la plaza Mayor, porque a la emoción de ver a los suyos, se unía la "vistosidad" que el lugar confería al juramento.