Enrique Sáez surte de disfraces a los cacereños desde hace más de treinta años. En su tienda, Kike’s, situada en la calle San Ignacio, acumula más de 3.000 modelos de disfraces de adulto y cerca de 1.000 pelucas diferentes. «Ya vienen algunos grupillos y tantean un poquito. Van viendo cosillas, aunque acabamos de salir de Navidad y hasta ahora hay poco movimiento», explica a este periódico. Pese a que la edición pasada fue uno de las más multitudinarias de los últimos años, Kike evoca tiempos aún más pasados. «El récord se dio hace 20 años, cuando la ciudad era un carnaval extraordinario. Espectacular. Todos los cacereños participaban y salía muy bien», recuerda.

Kike habla sobre las razones de este declive. «Para volver al nivel de entonces, lo primero es dar el martes de fiesta. Si no se trabaja, ya la gente puede plantearse otra cosas», dice, y prosigue. «También podría centrarse el Carnaval no solo en la plaza, sino también en otros lugares para que los asistentes puedan participar dentro de la ciudad». Opina, además, que los municipios de alrededor de la capital cacereña han ganado mucho poder de convocatoria, el que tiene Badajoz desde hace años, y que ambos factores hacen que los cacereños apuesten por pasar la fiesta lejos de su ciudad. «Sobre todo los jóvenes». La crisis, dice, terminó por asestar al Carnaval cacereño un golpe casi mortal del que todavía no ha terminado de recuperarse. «Llevo ya unos cuantos años que no noto mejoría, sino todo lo contrario», ratifica.

El dueño de la tienda de disfraces por excelencia de Cáceres explica que no existen preferencias por ningún modelo. Nunca las hay, dice. «Lo que se demanda aquí es la inventiva de cada uno. Nada está estipulado. Tenemos miles de accesorios y un montón de referencias para que tú puedas caracterizarte como a ti te parezca». Y esto lo hace extensible a todas las edades. «Hasta los niños quieren personalizarse el disfraz un poquito. Darle su punto. Aquí no hay nada definido como lo puntero». Los cacereños, dicen, suelen gastarse de media en antifaces, túnicas o caretas alrededor de 20 euros. «Aunque los tenemos también más baratitos. Siempre depende de lo que la gente se quiera gastar», afirma.

Reivindicación

Ahora, desde su tienda en la calle San Ignacio y con treinta años de disfraces a sus espaldas, Kike reivindica un mejor carnaval para su ciudad. Y para ello, para conseguirlo después de tanto tiempo, reclama la colaboración de distintos frentes. «Lo más importante es que el ayuntamiento se implique, que se declare fiesta el martes de carnaval y que la gente empiece a participar». Manifiesta, además, que tanto la hostelería como el resto de negocios de la ciudad se encuentran necesitados y la buena marcha de esta iniciativa ayudaría también a la de aquellos. «La ciudad tiene ambiente y necesita esa inyección que se va a otros sitios durante ese fin de semana», reitera. Kike explica, además, algunas de las acciones que llevan a cabo desde su tienda para promocionar las fiestas de disfraces, donde el carnaval gana por goleada. «Yo, por ejemplo, a los clientes de los bares de la zona que las organizan y vienen con un ticket de ese bar no les cobro el 10% de lo que se lleven», describe.

Y, por último, vuelve a repetir que el grueso del carnaval cacereño no puede concentrarse sólo en un día, en el desfile del sábado. «Haces la fiesta el sábado, el domingo descansas y después, el lunes, a trabajar. Así es muy difícil implicarse. Por eso es importante para el carnaval que el martes sea fiesta, como hacen en otras ciudades». Kike, y como él muchos de los carnavaleros de la ciudad, imagina una implicación ciudadana como con la carroza de Reyes o con San Jorge. La siguiente prueba ya tiene fecha: del 24 al 26 de febrero.